Haz click aquí para copiar la URL
España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
5
Comedia Un público heterogéneo toma asiento en el circo, impaciente por que empiece el espectáculo. "Monsieur Loyal" da la bienvenida a todos. Acróbatas, payasos y cantantes salen para entretener al público. Sin embargo, el espectáculo acaba demasiado pronto, y dos niños pequeños se dedican a explorar detrás del escenario. (FILMAFFINITY)
22 de julio de 2018
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
151/08/17/07/18) El último film del polifacético humorista galo Jacques Tati (aquí vuelve a dirigir, escribir y protagonizar) es un homenaje al mundo del circo que él conocía tan bien, un tributo a su mundo como elemento de entretenimiento para las familias. En realidad una película sin trama alguna, sin argumento, simplemente la transmisión de un espectáculo circense con sus trucos de magia, sus domas de animales, sus payasos, sus acrobacias, sus malabaristas, música e interacción con los espectadores (parte del elenco actoral escogidos por el propio Tati). Se realizó al final de la carrera de Tati (entonces tenía 65 años), después de los sucesivos fracasos de Playtime y Trafic, Jacques Tati le negaron financiamiento para proyectos más ambiciosos, y Tati realizó esta filmación como favor a un equipo de televisión sueco que completó la filmación de su “Trafic” de 1971 cuando se quedó sin dinero mientras rodaba en los Países Bajos y su director de fotografía se marchó. La película sin planos se filmó con tres cámaras en video (en 35 mm y parte en 16 mm), con una audiencia en vivo en el antiguo Cirkus Theater de Estocolmo. El acto de Tati en Suecia lo devuelve a sus raíces en el music hall de París en la década de 1930, donde comenzó como un mimo. Es el maestro de ceremonias de un espectáculo de variedades que incluye payasos, malabaristas, acróbatas, magos, solitarios alpinos, payasos, cantantes y músicos. En los actos, Tati actuó como un mimo, jugando como un policía de tráfico, portero de fútbol, boxeador y tenista. Tati sigue un circo de Estocolmo con tres cámaras de video (las cintas se transfieren luego en 16 mm en Inglaterra, el único país entonces equipado para este telecine). Como maestro de ceremonias, introduce los distintos números cuando él mismo no aprovecha el escenario. El sello Tati se si te fijas mucho, lo ves en el modo en que hace interactuar al (falso) público con el espectáculo (incluso lo regaña por no prestar atención), en el modo en que juega con las falsas apariencias (la figura de cartón que doblan y desdoblan, o el camarero calvo que le sale un chorro de líquido de la calva cuando intenta abrir una botella,…), o en el modo que sutilmente enfrenta lo viejo con lo nuevo (un mantra su lucha contra el progreso), donde vemos a los payasos mayores trabajando en la trastienda en atrezo y los jóvenes sobre el escenario, o como se ríe de la solemnidad de algunos artilugios para darles otro uso (el piano utilizado como trampolín), o como utiliza a los niños como guardianes de la inocencia.

Posee un bonito arranque viéndose como la carpa del circo se levanta a medida que llega el público, siendo recibida por el gurú Tati en su rol de “maître” de este “restaurant” con diferentes platos, asimismo es estimable la oda a la niñez que hace Tati a los niños, en el epílogo vemos dos chicos rubios jugando con objetos del escenario, como queriendo quedarse tras la función. Durante la función todo me resulta muy desigual, sin capacidad de asombro alguno, todo muy plano. Hay un grupo de hockey que sabotea a unos músicos, hay un espectáculo con un pony y un asno que visto hoy día, con nuestra mentalidad da algo de grima, los interludios musicales resultan molestosos y fuera de lugar, así como también hay un inane espectáculo de acróbatas malabaristas ya muy vistos.
Tati en sus momentos en pantalla se adueña de la función con sus enormes dotes de pantomima, se le notan los años, su soltura física y su cabello delatan su sesentera edad, pero su maestría en el arte del mimo sigue fresca imitando golpes en el ring, a caballo, dirigiendo el tráfico, de portero de futbol, balanceando una raqueta de tenis a cámara lenta.

En el apartado técnico llama poderosamente la atención que tuvo dos cinematógrafos para la realización, uno fue Jean Badel (PlayTime), pero es que el otro fue el sueco Gunnar Fischer, operador de cámara de muchas de las grandes películas de Ingmar Bergman (“Sonrisas de una noche de verano”, “El séptimo sello”, “Fresas salvajes” o “El rostro”), lástima que Tati no tuviera demasiado en lo que lucirse con esta grabación, destacando el fulgente colorido, lo bien que ruedan los planos generales, o como sabe incrustarse el objetivo entre el público para hacernos sentir parte de los espectadores in situ. La música es obra de Charles Dumont, quien estuvo en “Trafic” de Tati, lejos de las maravillosas (y pegadizas) composiciones de las tatianas “Monsieur Hulot” o “Mi tío”.

En conjunto me queda una visión más recomendable por nostalgia de lo que fue su creador, que por lo escaso que está en este cuasi-producto de arte y ensayo. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow