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Voto de TOM REGAN:
6
6,5
1.255
Serie de TV. Intriga. Thriller
Serie de TV (2017). 6 episodios. La inspectora Robin Griffin acaba de regresar a Sydney e intenta recuperar las riendas de su vida. Cuando las olas llevan hasta la playa de Bondi el cuerpo de una joven asiática, las esperanzas de desenmascarar a su asesino se antojan remotas. Hasta que Robin descubre que la víctima no murió sola... Aunque Robin ve en esta investigación un camino para reconstruirse, rápidamente quedará atrapada por ... [+]
5 de agosto de 2020
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
246/06(04/07/20) Irregular segunda temporada de seis episodios de la serie creada por la neozelandesa Jane Campion, con protagonismo para la atormentada Robin Griffin detective encarnada por Elizabeth Moss, trasladando en esta ocasión la acción del bucólico rural entorno del país Kiwi a la urbanita Sidney en Australia, perdiéndose con ello parte del clima mágico-místico. Campion regresó como coguionista y codirector. Gerard Lee regresó como coguionista, el codirector original, Garth Davis, reemplazado por Ariel Kleiman debido a conflictos de programación, Philippa Campbell regresó como productor, la actriz Nicole Kidman se unió al elenco de China Girl, segunda vez que trabaja con Campion. En esta ocasión parece que el argumento ha querido abarcar mucho en temas feministas agit-prop y acaba apretando poquito (siendo benévolos). Hay una trama central detectivesca sobre una mujer asiática que aparece muerta dentro de una maleta en la playa, pero a partir de esto la serie se ramifica cual hidra en numerosas subtramas con el mismo denominador común de que el hombre es muy malo con la mujer, y esta debe emanciparse como pueda, pero sostenido esto por un hilo narrativo que no sostiene el mínimo análisis en su tsunami de casualidades, tantas que parece que Sidney sea una pequeña aldea por lo de cómo se cruzan de modo absurdo las diferentes sub historias, un maremágnum de coincidencias metidas con calzador. Aun con todo lo dicho y por decir me ha resultado un place culpable, pues me ha entretenido en su madeja de relaciones alienantes, en su deconstrucción de una sociedad averiada.
Todo aderezado por una misandria punzante expuesto en un sinfín de personajes masculinos caricaturescos en su maledicencia depredara (en diferentes niveles) contra las ‘cándidas’ mujeres, a las que el ‘hombre’ maltrata, engaña, muerde, mata, abusa, acosa, viola, prostituye, utiliza de vientres de alquiler, tanto que en una de las subtramas (la de Nicole Kidman) parece decirnos que la mujer solo tiene la salida de hacerse lesbiana (¿?). Hay un clásico sobre aquello de que cuando una mujer dice que ‘no’, muchas veces es si (¿?), hasta el que parece más cálido como es el forense no hace más que hacerle comentarios sexuales, hasta le dice a Robin que se casaría con ella si tuviera un pene más grande.
Un batiburrillo de ideas amalgamadas de modo torpe en muchos casos. Con un ensalzamiento de la maternidad en varias vertientes (la adoptiva y la consanguínea), y la relación materno-filial. Tampoco en esta continuación hay un villano carismático y potente como si lo fue en la figura de Peter Mullan, aquí es un mindundi David Dencik, un fantoche pomposo que no se entiende de ningún modo el embelesamiento de un personaje por él, solo si nos dijeran que tiene un problema mental por el que guste de ser maltratada en su baja autoestima.
El centro del relato vuelve a ser una Robin Griffin, esta vez obsesionada por la maternidad (con momentos oníricos metidos con forceps) mujer detective que sufre acoso en su trabajo, tiene un jefe que le hace trabajar con su amante, Miranda Hilmarson (Gwendoline Christie, la eterna Brienne of Tarth de “GOT”), que a su vez está embarazada. Además Robin entra en contacto con su hija Mary (Alice Englert, hija de la creadora de la serie Jane Campion), a la que dio en adopción tras quedar embarazada tras una violación múltiple a los 15 años. Mary es un chica con muy baja autoestima que sale con un tipo mayor problemático Alexander “Puss” Braun (histriónico David Dencik), que lleva un burdel de tailandesas. Mary tiene unos padres atentos en Julia (Kidman) y su esposo Pyke (Ewen Leslie), estos están en vías de divorcio, pues ella ha encontrado el amor en una mujer. Julia siente celos de la relación entre Mary y Robin. Por si fuera poco Robin debe enfrentarse a una demanda civil presentada por el detective Al Parker (viscoso David Wenham), a quien le disparó al final de la primera temporada.
Está la subtrama de las trabajadoras tailandesas del prostíbulo, que parece que Jane Campion quiere dar visibilidad frente a su visión marginal, les confiere un inverosímil doble papel de prostitutas y potenciales vientres de alquiler. En este punto se aborda la desesperación de muchas parejas por tener hijos (una mujer incluso llega a la locura). Pero lo nuclear debiera ser la visión de estas tailandesas explotadas cual carne con ojos, emigrantes ilegales que encuentran como única salida de supervivencia vender sus cuerpos en todas vertientes (para el sexo o como recipiente para hijos). Pero este enfoque, que incluso viene marcado por el título, donde se dice china cuando es tailandesa, en un argot de despersonalizar a estas mujeres, pero cuando la película debiera dar alma a estas féminas ni las roza, no sabemos nada de ellas, meras figurantes al fondo de plano, nada sabemos siquiera de la asesinada, nada sobre sus motivaciones, sobre sus sueños, sus miedos, se habla de ellas con una condescendencia primaria, incluso Campion contribuyendo en su despersonalización de estas mujeres al estereotipo que seguro intenta anular, siendo meras perchas de las mujeres blancas.
Hay una sub trama misógina (utilizada seguro como argumentación ara contraatacar con la misandria) sobre una pandilla de geeks/freaks que pasan horas en una cafetería con sus portátiles puntuando a meretrices en su página web , mientras por el contrario (abstraídos del mundo real), no son capaces de establecer una conversación normal con la simpática camarera. Para atomizar el estereotipo, uno de ellos vive en el sótano de la casa de su madre, pasando los ratos masturbándose, para acabar en plan “Columbine”. Todo muy original (¿?).
Todo aderezado por una misandria punzante expuesto en un sinfín de personajes masculinos caricaturescos en su maledicencia depredara (en diferentes niveles) contra las ‘cándidas’ mujeres, a las que el ‘hombre’ maltrata, engaña, muerde, mata, abusa, acosa, viola, prostituye, utiliza de vientres de alquiler, tanto que en una de las subtramas (la de Nicole Kidman) parece decirnos que la mujer solo tiene la salida de hacerse lesbiana (¿?). Hay un clásico sobre aquello de que cuando una mujer dice que ‘no’, muchas veces es si (¿?), hasta el que parece más cálido como es el forense no hace más que hacerle comentarios sexuales, hasta le dice a Robin que se casaría con ella si tuviera un pene más grande.
Un batiburrillo de ideas amalgamadas de modo torpe en muchos casos. Con un ensalzamiento de la maternidad en varias vertientes (la adoptiva y la consanguínea), y la relación materno-filial. Tampoco en esta continuación hay un villano carismático y potente como si lo fue en la figura de Peter Mullan, aquí es un mindundi David Dencik, un fantoche pomposo que no se entiende de ningún modo el embelesamiento de un personaje por él, solo si nos dijeran que tiene un problema mental por el que guste de ser maltratada en su baja autoestima.
El centro del relato vuelve a ser una Robin Griffin, esta vez obsesionada por la maternidad (con momentos oníricos metidos con forceps) mujer detective que sufre acoso en su trabajo, tiene un jefe que le hace trabajar con su amante, Miranda Hilmarson (Gwendoline Christie, la eterna Brienne of Tarth de “GOT”), que a su vez está embarazada. Además Robin entra en contacto con su hija Mary (Alice Englert, hija de la creadora de la serie Jane Campion), a la que dio en adopción tras quedar embarazada tras una violación múltiple a los 15 años. Mary es un chica con muy baja autoestima que sale con un tipo mayor problemático Alexander “Puss” Braun (histriónico David Dencik), que lleva un burdel de tailandesas. Mary tiene unos padres atentos en Julia (Kidman) y su esposo Pyke (Ewen Leslie), estos están en vías de divorcio, pues ella ha encontrado el amor en una mujer. Julia siente celos de la relación entre Mary y Robin. Por si fuera poco Robin debe enfrentarse a una demanda civil presentada por el detective Al Parker (viscoso David Wenham), a quien le disparó al final de la primera temporada.
Está la subtrama de las trabajadoras tailandesas del prostíbulo, que parece que Jane Campion quiere dar visibilidad frente a su visión marginal, les confiere un inverosímil doble papel de prostitutas y potenciales vientres de alquiler. En este punto se aborda la desesperación de muchas parejas por tener hijos (una mujer incluso llega a la locura). Pero lo nuclear debiera ser la visión de estas tailandesas explotadas cual carne con ojos, emigrantes ilegales que encuentran como única salida de supervivencia vender sus cuerpos en todas vertientes (para el sexo o como recipiente para hijos). Pero este enfoque, que incluso viene marcado por el título, donde se dice china cuando es tailandesa, en un argot de despersonalizar a estas mujeres, pero cuando la película debiera dar alma a estas féminas ni las roza, no sabemos nada de ellas, meras figurantes al fondo de plano, nada sabemos siquiera de la asesinada, nada sobre sus motivaciones, sobre sus sueños, sus miedos, se habla de ellas con una condescendencia primaria, incluso Campion contribuyendo en su despersonalización de estas mujeres al estereotipo que seguro intenta anular, siendo meras perchas de las mujeres blancas.
Hay una sub trama misógina (utilizada seguro como argumentación ara contraatacar con la misandria) sobre una pandilla de geeks/freaks que pasan horas en una cafetería con sus portátiles puntuando a meretrices en su página web , mientras por el contrario (abstraídos del mundo real), no son capaces de establecer una conversación normal con la simpática camarera. Para atomizar el estereotipo, uno de ellos vive en el sótano de la casa de su madre, pasando los ratos masturbándose, para acabar en plan “Columbine”. Todo muy original (¿?).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Elizabeth Moss vuelve a demostrar lo buena actriz que es, otorgando una humanidad y realismo sensacional a su actuación; Nicole Kidman con una imagen peculiar (cabello canoso alborotado y pecosa) está notable con el rol de unja madre adoptiva posesiva, y soberbia en su feminismo pues "fue a Inglaterra a estudiar con Germaine Greer" (académica, escritora, y locutora australiana reconocida por ser una de las representantes feministas más importantes del siglo XX); Alice Englert va vida a una joven rebelde desorientada, lo hace emitiendo ese gen juvenil de estar en medio de no se sabe dónde. Aunque me resulta inverosímil como se deja mangonear de modo humillante por “Puss”; Gwendoline Christie como la extrovertida agente de policía compañera de Robin, resulta estupenda con el carro de traumas encima, teniendo una gran química con Moss.
La puesta en escena resulta funcional en su desarrollo, destacando por su beldad turbadora la escena en que se ve la maleta hundida en el mar con el cabello de la ‘China Girl’ sobresaliendo ondulando por el agua, seguramente inspirándose el cinematógrafo Germain McMicking (“True Detective III”) en una escena similar de la Obra Maestra de Charles Laughton “La noche del cazador” (1955); También me ha gustado mucho la lírica música de Mark Bradshaw (“Bright Star”), con su melancólico tema central “Hello Darling”, de resonancias evocadoras en su hermoso punteo de piano.
Spoiler:
Al final ni atrapan a los culpables de la muerte de la ‘China’, ni atrapan a ‘Puss’, ni atrapan las tailandesas embarazadas de alquiler.
O sea, que Miranda se acuesta con el jefe de policía Adrian Butler (correcto Clayton Jacobson), que a su vez es infiel a su esposa. Pero a la vez Miranda y Adrian intentan tener un hijo, y como no pueden ‘alquilan’ un vientre tailandés. Antiguamente el problema era que la amante del jefe se quedara preñada, pero aquí directamente subrogan el embarazo, sin pies ni cabeza.
Tampoco entiendo el modo flemático de actuar los padres tanto adoptivos como la madre biológica cuando se dan cuenta de lo tóxico que es ‘Puss’ para su hija, la dejan como pensando ya se cansará y volverá con nosotros, pero si están viendo que es un maltratador proxeneta!
Serie desequilibrada, pero con elementos que la hacen interesante. Fuerza y honor!!!
La puesta en escena resulta funcional en su desarrollo, destacando por su beldad turbadora la escena en que se ve la maleta hundida en el mar con el cabello de la ‘China Girl’ sobresaliendo ondulando por el agua, seguramente inspirándose el cinematógrafo Germain McMicking (“True Detective III”) en una escena similar de la Obra Maestra de Charles Laughton “La noche del cazador” (1955); También me ha gustado mucho la lírica música de Mark Bradshaw (“Bright Star”), con su melancólico tema central “Hello Darling”, de resonancias evocadoras en su hermoso punteo de piano.
Spoiler:
Al final ni atrapan a los culpables de la muerte de la ‘China’, ni atrapan a ‘Puss’, ni atrapan las tailandesas embarazadas de alquiler.
O sea, que Miranda se acuesta con el jefe de policía Adrian Butler (correcto Clayton Jacobson), que a su vez es infiel a su esposa. Pero a la vez Miranda y Adrian intentan tener un hijo, y como no pueden ‘alquilan’ un vientre tailandés. Antiguamente el problema era que la amante del jefe se quedara preñada, pero aquí directamente subrogan el embarazo, sin pies ni cabeza.
Tampoco entiendo el modo flemático de actuar los padres tanto adoptivos como la madre biológica cuando se dan cuenta de lo tóxico que es ‘Puss’ para su hija, la dejan como pensando ya se cansará y volverá con nosotros, pero si están viendo que es un maltratador proxeneta!
Serie desequilibrada, pero con elementos que la hacen interesante. Fuerza y honor!!!