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Voto de TOM REGAN:
7
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Documental
Fyre fue promocionado como un lujoso festival de música en una isla privada de las Bahamas con actuaciones musicales de primer nivel, supermodelos en bikini y servicios pijos. Los organizadores ofrecían un evento exclusivo y en poco tiempo vendieron todas las carísimas entradas. Pero los invitados llegaron a la isla para descubrir que la realidad estaba muy lejos de esas promesas. (FILMAFFINITY)
6 de mayo de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
120/05(05/05/20) Muy entretenido documental dirigido por Chris Smith versando sobre el fallido Fyre Festival de 2017 (el llamado mejor Festival que nunca sucedió), gira alrededor de la figura del vende-humos Billy McFarland, alma mater del proyecto, charlatán vende crece-pelos que llega a decir: "Estamos vendiendo un sueño imposible al perdedor de clase media”. No cuenta nada original, ni novedoso, ni tiene una puesta en escena singular, pero el ritmo y testimonios en su frescura te hacen un metraje satisfactorio. Historia de una gran estafa, de cómo se organizó un gran macrofestival en una isla de las Bahamas (se suponía sería en la de Pablo Escobar), se vendió que habría tops-models, grandes actuaciones, lujosos alojamientos, deliciosos manjares a degustar, y por supuesto playa y mucho alcohol, esto con paquetes de entradas que costaban hasta 250,000 $. Y cuando llegó el día del estreno la situación no era la vendida, distaba mucho (siendo muy benévolo). Pero este engaño no hubiera sido posible por sí solo con el ínclito McFarland, hay muchos cómplices o también embaucados por el ‘visionario’ Billy, y estos son en su mayoría los que dan su versión de la historia, también tuvo vital importancia la era de las redes sociales y sus (tóxicos) influencers en difundir la promoción, reclamo y anzuelo para el timo. Gracias a la megalomanía de McFarland existen cientos de horas de grabación de cómo se gestó Fyre Festival, este gustaba de tener un equipo de grabación tras él, bizarros montajes de estos rodajes se mezclan con las típicas cabezas parlantes, con imágenes de archivo, y con ágiles ediciones cual si estuviéramos navegando por la Red (Publicidad falsa), para conformar un relato atractivo y fluido. Donde hay cabida para los críticos que alertaron sobre la Fiesta-Fake, pero la masa de gente hipnotizada por el hedonismo publicitado no podía ver la realidad.
En su contra queda que una vez acabado no sabes bien quien es Billy McFarland, quedando en un cliché promotor del esquema Ponzi, o no. Pues nunca queda claro si el Festival Fyre fue siempre una estafa o fue algo que a los organizadores se les fue yendo de las manos y terminaron por no poder cumplir las expectativas que ellos mismos se pudieron crear, esto me queda en una nebulosa. Se deja entrever que la estafa Fyre pudo estar originado en la necesidad de pagar un negocio anterior de Billy, como fue la tarjeta de crédito Magnisses, sugiriendo que pudo ser una timo piramidal donde el dinero de los inversores para el Festival fuera a parar a Magnisses, pero esto solo es sugerido sin entrar de verdad en ello. Tampoco sabremos nada del pasado de Billy, de sus orígenes, de si tiene estudios, parece arrancar de la nada en su grandilocuente sentido del Sueño Americano retorcido, donde ve oportunidades de enriquecerse en la decadencia de gentes que pagan aberraciones por estar junto a gente VIP, aunque en su ‘proyecto’ arrastre a inocentes, como lo fueron todos los de la logística del festival (los que lo construyeron y los del catering). El documental parece quedarse en la superficie, casi como un piloto de lo que será la serie del documental, por ello no llego a emocionarme o encolerizarme como si debiera, a lo que ayuda que todos los testimonios arecen pretender quitarse las culpas de encima, cuando no creo que su codicia no estuviera en cierto modo emparejada a la de Billy, no creo estuvieran totalmente a ciegas de sus chanchullos. Queda para la posterioridad el brindis leit-motive de Billy: "Aquí hay que vivir como estrellas de cine, festejar como estrellas de rock y follar como estrellas porno", le faltó decir ‘... y que lo pagan miles de pardillos”.
Llama la atención que el documental este coproducido por Jerry Media, agencia de medios sociales responsable de promover el Fyre Festival y encubrir el fraude, y MATTE Projects, la productora que dirigió la filmación promocional del Fyre Festival. Jerry Media se acercó a VICE con la idea de un documental tres meses después de los eventos. Según Netflix, el documental fue idea de Smith. Con esta información que he descubierto a posteriori me siento un tanto manipulado ante una potencial filtración y alteración de los hechos en pos de quitarse culpa del fraude.
El canal streaming Hulu lanzó cuasi-al tiempo otro documental sobre los hechos, Fyre Fraud, que no he visto, pero que he leído tiene el aliciente extra de tener al propio Billy McFarland dando su versión de los hechos. El director Chris Smith también lo quiso en su film, pero este le pidió cobrar y el realizador se negó, sin embargo se dice que para el coetáeno no pidió plata (¿?). Me crea contradicciones el mostrar a este estafador dando su versión, pues puede ser morboso escucharlo, pero a la vez retroalimentas su ego y le puedes hacer el caldo.
Asistimos a la génesis del proyecto de fiesta Fyre, donde tiene gran importancia el rapero Ja Rule (tipo arrogante, que parece ese fue de ‘rositas’, libre de culpa, cuando fue uno de los impulsores de Fyre Festival) entre ambos planearon como llamar a la atención el mundo con diferentes medios mancomunados en favor de crear una falsa ilusión de Edén moderno, ello con videos bucólicos, de una isla paradisiaca, poblada de modelos populares (Emily Ratajkowski, Hailey Baldwin, Bella Hadid...), yates, motos de agua, alcohol, y con ello pretendían promocionar una especie de (llamado por ellos mismo) el Uber de las fiestas, cual presentación sería la primera fiesta. ‘Quieres que Taylor Swift participe en el bat mitzvah de tu hija? Simplemente haga clic en su avatar y envíele unos pocos millones de dólares a través de Paypal y ella estará en su casa en 10 minutos o menos.’ Pero según vemos en el documental estaba más fabricada en mentes calenturientas juveniles que en la logística real, que fue un tren a descarrilando a cámara lenta, donde gran parte del combustible eran las mentiras de Billy.
En su contra queda que una vez acabado no sabes bien quien es Billy McFarland, quedando en un cliché promotor del esquema Ponzi, o no. Pues nunca queda claro si el Festival Fyre fue siempre una estafa o fue algo que a los organizadores se les fue yendo de las manos y terminaron por no poder cumplir las expectativas que ellos mismos se pudieron crear, esto me queda en una nebulosa. Se deja entrever que la estafa Fyre pudo estar originado en la necesidad de pagar un negocio anterior de Billy, como fue la tarjeta de crédito Magnisses, sugiriendo que pudo ser una timo piramidal donde el dinero de los inversores para el Festival fuera a parar a Magnisses, pero esto solo es sugerido sin entrar de verdad en ello. Tampoco sabremos nada del pasado de Billy, de sus orígenes, de si tiene estudios, parece arrancar de la nada en su grandilocuente sentido del Sueño Americano retorcido, donde ve oportunidades de enriquecerse en la decadencia de gentes que pagan aberraciones por estar junto a gente VIP, aunque en su ‘proyecto’ arrastre a inocentes, como lo fueron todos los de la logística del festival (los que lo construyeron y los del catering). El documental parece quedarse en la superficie, casi como un piloto de lo que será la serie del documental, por ello no llego a emocionarme o encolerizarme como si debiera, a lo que ayuda que todos los testimonios arecen pretender quitarse las culpas de encima, cuando no creo que su codicia no estuviera en cierto modo emparejada a la de Billy, no creo estuvieran totalmente a ciegas de sus chanchullos. Queda para la posterioridad el brindis leit-motive de Billy: "Aquí hay que vivir como estrellas de cine, festejar como estrellas de rock y follar como estrellas porno", le faltó decir ‘... y que lo pagan miles de pardillos”.
Llama la atención que el documental este coproducido por Jerry Media, agencia de medios sociales responsable de promover el Fyre Festival y encubrir el fraude, y MATTE Projects, la productora que dirigió la filmación promocional del Fyre Festival. Jerry Media se acercó a VICE con la idea de un documental tres meses después de los eventos. Según Netflix, el documental fue idea de Smith. Con esta información que he descubierto a posteriori me siento un tanto manipulado ante una potencial filtración y alteración de los hechos en pos de quitarse culpa del fraude.
El canal streaming Hulu lanzó cuasi-al tiempo otro documental sobre los hechos, Fyre Fraud, que no he visto, pero que he leído tiene el aliciente extra de tener al propio Billy McFarland dando su versión de los hechos. El director Chris Smith también lo quiso en su film, pero este le pidió cobrar y el realizador se negó, sin embargo se dice que para el coetáeno no pidió plata (¿?). Me crea contradicciones el mostrar a este estafador dando su versión, pues puede ser morboso escucharlo, pero a la vez retroalimentas su ego y le puedes hacer el caldo.
Asistimos a la génesis del proyecto de fiesta Fyre, donde tiene gran importancia el rapero Ja Rule (tipo arrogante, que parece ese fue de ‘rositas’, libre de culpa, cuando fue uno de los impulsores de Fyre Festival) entre ambos planearon como llamar a la atención el mundo con diferentes medios mancomunados en favor de crear una falsa ilusión de Edén moderno, ello con videos bucólicos, de una isla paradisiaca, poblada de modelos populares (Emily Ratajkowski, Hailey Baldwin, Bella Hadid...), yates, motos de agua, alcohol, y con ello pretendían promocionar una especie de (llamado por ellos mismo) el Uber de las fiestas, cual presentación sería la primera fiesta. ‘Quieres que Taylor Swift participe en el bat mitzvah de tu hija? Simplemente haga clic en su avatar y envíele unos pocos millones de dólares a través de Paypal y ella estará en su casa en 10 minutos o menos.’ Pero según vemos en el documental estaba más fabricada en mentes calenturientas juveniles que en la logística real, que fue un tren a descarrilando a cámara lenta, donde gran parte del combustible eran las mentiras de Billy.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Es un documental que dosifica el humor (negro) por todo el metraje, con testimonios mordaces y cínicos. Ja Rule ordena al encargado del marketing que lleve cerdos (autóctonos de la isla) a donde están las top-models, "Estamos gastando mucho dinero aquí... si las chicas quieren ir a ver a los malditos cerdos, van a ver los jodidos cerdos!”; O cuando vemos a Billy McFarland tumbado en la playa durmiendo la borrachera en medio de la fiesta; Siendo épico en este sentido cuando uno de los socios de mediana edad de Billy, Andy King, cuenta que tuvieron un problema con las cubas de agua mineral en la aduana, y Billy exhortó a este a sacar su vena ‘gay’ (¿?) e ir a hacerle una felación al encargado de bloquear los depósitos. El socio cuenta de modo flemático como lo afrontó, duchándose y con enjuague bucal, y yendo a la raíz del problema dispuesto a hacer el ‘francés’ a quien hiciera falta para que desbloquearan el problema.
El tramo en que vemos llegar a los que han comprado entradas hacer su viaje y llegan al supuesto macro-festival son dantescas, un avión destartalado, llegada a una isla no es la publicitada, en Gran Exuma (el mayor de los cayos en las Bahamas), traslado en bus escolares, parada en un chiringuito que no sabían que llegarían cientos de clientes, traslado al campamento hecho con tiendas de campaña excedentes del Huracán Katrina, además la noche anterior hubo una tormenta y todas se inundaron con sus correspondientes colchones, no están ni siquiera distribuidas, y se hace al grito de tonto el último, eso cuando lo que se prometió fueron bungalós, la comida resulta low-cost (siendo benévolo), donde esperaban sibaritas menús con chefs renombrados, haciéndose viral una foto de un sándwich de queso. Esto enfurece a los asistentes que a la noche provocan una oleada de caos en saqueos. Por supuesto de los grupos de música y de las modelos nada de nada Esto provoca cierta risa en el modo en que es presentado, y además como las ‘víctimas’ son gente que se ha gastado un dinero en fiesta, tampoco nos hace sentir lástima por ellos. Todo esto mientras Billy escurre el bulto hasta desaparecer dejando a sus colaboradores con el marrón. Pero en el tramo final nos damos cuenta que si sufrieron pobres trabajadores que construyeron el complejo, y los del catering, que no fueron remunerados. Siendo para ello el epítome una emocionada y al borde del llanto encargada de la comida, Maryann Rolle, que al final del documental dice que tuvo que pagar de su bolsillo y perdiendo todos sus ahorros, concluyendo con que no quiere oír hablar más del Fyre Festival.
En el tramo final vemos un Billy McFarland que acaba de pagar una fianza cuantiosa para salir de la cárcel, con el aliento de la condena en su cogote parece creerse intocable (dice que él nunca entrará en la prisión) y en una lujosa habitación de hotel comienza a montar una compañía para estar con gente Vip, poniendo a un testaferro en lugar de él, y por supuesto embarcado en su ego zeitgeist, pues continua convocando a un equipo para que lo grabe. Por supuesto se descubre que todo es otro timo.
El documental al final solo acusa a Billy McFarland, crea sensación de que es un sociópata con gran carisma que engañó a todos sus colaboradores, haciéndoles creer había dinero para toda su megalomanía, y al final todo era fraude. No hay hay valentía en el director para seguir la pista a Ja Rule para que sepamos porque desapareció de buenas a primeras del proyecto, cuando parece co-artífice del timo. Chris Smith hace un acto de reduccionismo con esto, exonera de culpas a todos los que retroalimentaron esta bestia con pies de barro, supermodelos, influencers, organizadores, todos son cómplices a su pesar? Me cuesta creer nadie más supiera de que Billy era un Fake.
McFarland finalmente fue sentenciado a seis años de prisión por varios cargos de fraude.
Buen documental, ameno, y que te hace reflexionar sobre nuestro mundo global actual, con las taras que ello conlleva. Fuerza y honor!!!
El tramo en que vemos llegar a los que han comprado entradas hacer su viaje y llegan al supuesto macro-festival son dantescas, un avión destartalado, llegada a una isla no es la publicitada, en Gran Exuma (el mayor de los cayos en las Bahamas), traslado en bus escolares, parada en un chiringuito que no sabían que llegarían cientos de clientes, traslado al campamento hecho con tiendas de campaña excedentes del Huracán Katrina, además la noche anterior hubo una tormenta y todas se inundaron con sus correspondientes colchones, no están ni siquiera distribuidas, y se hace al grito de tonto el último, eso cuando lo que se prometió fueron bungalós, la comida resulta low-cost (siendo benévolo), donde esperaban sibaritas menús con chefs renombrados, haciéndose viral una foto de un sándwich de queso. Esto enfurece a los asistentes que a la noche provocan una oleada de caos en saqueos. Por supuesto de los grupos de música y de las modelos nada de nada Esto provoca cierta risa en el modo en que es presentado, y además como las ‘víctimas’ son gente que se ha gastado un dinero en fiesta, tampoco nos hace sentir lástima por ellos. Todo esto mientras Billy escurre el bulto hasta desaparecer dejando a sus colaboradores con el marrón. Pero en el tramo final nos damos cuenta que si sufrieron pobres trabajadores que construyeron el complejo, y los del catering, que no fueron remunerados. Siendo para ello el epítome una emocionada y al borde del llanto encargada de la comida, Maryann Rolle, que al final del documental dice que tuvo que pagar de su bolsillo y perdiendo todos sus ahorros, concluyendo con que no quiere oír hablar más del Fyre Festival.
En el tramo final vemos un Billy McFarland que acaba de pagar una fianza cuantiosa para salir de la cárcel, con el aliento de la condena en su cogote parece creerse intocable (dice que él nunca entrará en la prisión) y en una lujosa habitación de hotel comienza a montar una compañía para estar con gente Vip, poniendo a un testaferro en lugar de él, y por supuesto embarcado en su ego zeitgeist, pues continua convocando a un equipo para que lo grabe. Por supuesto se descubre que todo es otro timo.
El documental al final solo acusa a Billy McFarland, crea sensación de que es un sociópata con gran carisma que engañó a todos sus colaboradores, haciéndoles creer había dinero para toda su megalomanía, y al final todo era fraude. No hay hay valentía en el director para seguir la pista a Ja Rule para que sepamos porque desapareció de buenas a primeras del proyecto, cuando parece co-artífice del timo. Chris Smith hace un acto de reduccionismo con esto, exonera de culpas a todos los que retroalimentaron esta bestia con pies de barro, supermodelos, influencers, organizadores, todos son cómplices a su pesar? Me cuesta creer nadie más supiera de que Billy era un Fake.
McFarland finalmente fue sentenciado a seis años de prisión por varios cargos de fraude.
Buen documental, ameno, y que te hace reflexionar sobre nuestro mundo global actual, con las taras que ello conlleva. Fuerza y honor!!!