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Voto de TOM REGAN:
6
5,9
2.402
Comedia
Un rapero intenta volver a juntar a su ex-banda de música de cuando era joven. (FILMAFFINITY)
1 de julio de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
134/23(28/06/17) Irregular pero divertido mockumentary, donde se dan cita un tsunami constante gags, y dentro de la marea hay algunos momentos muy jocosos que la hacen recomendable, aunque tampoco con nivel de trascender, tampoco creo lo pretenda, y es que entiendo que lo que entiendo anhela es hacerte pasar un rato ameno riéndose de las pomposas y snobs celebrities para teenagers. En la vida real Andy Samberg, Akiva Schaffer y Jorma Taccone fueron a la secundaria cerca de Berkeley, compartían un apartamento en Los Ángeles, y crearon videos de éxito en su juventud, el trío formó en el 2001 el grupo The Lonely Island, populares en USA por sus parodias de videos musicales en boga, han sacado al mercado tres discos en los últimos siete años donde parodian hip-hop, R & B y música electrónica, grupo además miembros del prestigioso programa de humor (cuna de decenas de cómicos y actores) Saturday Night Live, de aquí surgen colaboradores en roles secundarios en el film como Maya Rudolph (representante de una marca de electrodomésticos), Bill Hader, Tim Meadows (manager de Conner), o Sarah Silverman (su publicista). Este film está escrito por los tres, dirigida por Schaffer y Taccone, protagonizada por Samberg, y en roles secundarios los realizadores. Hacen una deconstrucción satírica del mundo del estrellato de los jóvenes cantantes, epítome bien pueden ser el canadiense Justin Bieber, o los 'N Sync, sus manías, egoísmos, arrogancia, falsa modestia, ello en el formato ya mencionado del mockumentary musical, y en esto es normal que se nos venga a la memoria la notable “This is spinal tap” (1984) de Rob Reiner, ya que se siente claramente influenciada por el tono y estilo de esta. Esperaba un poco más de mala leche y lo políticamente incorrecto, y que a medida que avanza las chanzas más se convierte en ello de lo que se ríe, asimismo muchos de los gags no pasan el corte, aunque los momentos burlescos de calidad los hay. Se puede también disfrutar con la cantidad de cameos de personajes famosos que dan un patinado de (falsa) y contemporánea autenticidad, amigos del trío riéndose de sí mismos, en armonía a la gamberrada que es la cinta, como Mariah Carey, Adam Levine (holograma en el escenario), Usher, Snoop Dogg, Justin Timberlake (cocinero de la gira del popstar), Michael Bolton, Big Boy, 50 Cent, Simon Cowell, Jimmy Fallon, Arcade Fire, Steve Higgins, Walter Jones, DJ Khaled, Mario Lopez, Danger Mouse, Nas, Pink, Questlove, A$AP Rocky, The Roots, RZA, Seal (su balada a los enamorados rodeados de lobos…), Martin Sheen, Ringo Starr, T.I., Maya Rudolph, Carrie Underwood, Usher, o Pharrell Williams (seguro se me queda alguno).
Documental (falso, mockumentary) centrado en Conner Friel (Andy Samberg), una joven estrella musical, primero formó un trio, The Style Boyz, junto a sus amigos de la infancia de Lawrence (Akiva Schaffer) y Owen (Jorma Taccone). Pero cuando gana fama los celos entre ellos crecen, gana protagonismo como solista Conner y Owen deja el grupo para convertirse en granjero, y el trio se desintegra, Conner continua su exitosa carrera en solitario bajo el nombre de "Conner4real”, con Lawrence como su discjockey. Su manager es Harry (Tim Meadows), y en la gira de su nuevo disco “CONNquest” será el rapero Hungry (Chris Reed). Tiene una extrovertida madre en Tilly (Joan Cusack). Para aumentar su publicidad buena ennovia con la popular actriz Ashley Wenesday (Imogen Poots).
En su desarrollo hilarante tiene tiempo para reírse de todo el mundillo vacuo que rodea a las pujantes stars jovenzuelas del pop, desde los programas (TMZ) que hacen pompa de ellos, los “reality shows” (el propio documental o la pedida de mano lobezna), revistas del corazón, DJs superestrellas, conciertos rimbombantes, el activismo en favor de causas sociales (desternillante el video clip “yo no soy gay”, que pretende ser una loa a la tolerancia, termina siendo lo contrario), los montajes para ensalzar artificialmente a estaos popstars en momentos bajos (la búsqueda de su novia ante un escándalo por su no pene). Ello poniendo en el centro de la picota aun cliché popstar, en un clásico relato de elevación al estrellato, caída por su egocentrismo, y vuelta a resurgir cuando vuelve a valores tradicionales de amistad y lealtad. Conner en la cima se convierte en un engreído embebido del endiosamiento y peloteo constante al que es sometido (ejemplo chorreante es un tipo bajito contratado para que salga junto a él en los photocall y así salga más alto). Ello exhibido en un universo hiperrealista, donde el humor es desarrollado en base a dos formas: Una la de los jocosos e hilarantes videoclips (ejemplos los buenísimos “Yo no soy gay” o “Soy tan humilde”), en esta vertiente es destacable como sutilmente se hace “coña” de la travesía sufrida por el hip hop, en sus inicios un modo de protesta social-combativa de los afroamericanos en los barrios suburbanos, que con el paso del tiempo a derivado en artistas blancos acaramelados y hueros que hacen canciones pastelosas para alimentar a masas de quinceañeros ávidos de consumir a su estrella del mes (y con ello el marketing que acarrean, ingenioso lo de la campaña de temas con “spots” de electrodomésticos integrados), el que viene vendrá otro, un insulto para los que crearon este sub-género musical; y por otro lado el humor que surge de las situaciones supuestamente serias, humor seco llamado “deadpan”, brotando de momentos como el de la pedida de mano o cuando pide Conner desde un concierto que anime la grada superior y solo hay una persona.
Documental (falso, mockumentary) centrado en Conner Friel (Andy Samberg), una joven estrella musical, primero formó un trio, The Style Boyz, junto a sus amigos de la infancia de Lawrence (Akiva Schaffer) y Owen (Jorma Taccone). Pero cuando gana fama los celos entre ellos crecen, gana protagonismo como solista Conner y Owen deja el grupo para convertirse en granjero, y el trio se desintegra, Conner continua su exitosa carrera en solitario bajo el nombre de "Conner4real”, con Lawrence como su discjockey. Su manager es Harry (Tim Meadows), y en la gira de su nuevo disco “CONNquest” será el rapero Hungry (Chris Reed). Tiene una extrovertida madre en Tilly (Joan Cusack). Para aumentar su publicidad buena ennovia con la popular actriz Ashley Wenesday (Imogen Poots).
En su desarrollo hilarante tiene tiempo para reírse de todo el mundillo vacuo que rodea a las pujantes stars jovenzuelas del pop, desde los programas (TMZ) que hacen pompa de ellos, los “reality shows” (el propio documental o la pedida de mano lobezna), revistas del corazón, DJs superestrellas, conciertos rimbombantes, el activismo en favor de causas sociales (desternillante el video clip “yo no soy gay”, que pretende ser una loa a la tolerancia, termina siendo lo contrario), los montajes para ensalzar artificialmente a estaos popstars en momentos bajos (la búsqueda de su novia ante un escándalo por su no pene). Ello poniendo en el centro de la picota aun cliché popstar, en un clásico relato de elevación al estrellato, caída por su egocentrismo, y vuelta a resurgir cuando vuelve a valores tradicionales de amistad y lealtad. Conner en la cima se convierte en un engreído embebido del endiosamiento y peloteo constante al que es sometido (ejemplo chorreante es un tipo bajito contratado para que salga junto a él en los photocall y así salga más alto). Ello exhibido en un universo hiperrealista, donde el humor es desarrollado en base a dos formas: Una la de los jocosos e hilarantes videoclips (ejemplos los buenísimos “Yo no soy gay” o “Soy tan humilde”), en esta vertiente es destacable como sutilmente se hace “coña” de la travesía sufrida por el hip hop, en sus inicios un modo de protesta social-combativa de los afroamericanos en los barrios suburbanos, que con el paso del tiempo a derivado en artistas blancos acaramelados y hueros que hacen canciones pastelosas para alimentar a masas de quinceañeros ávidos de consumir a su estrella del mes (y con ello el marketing que acarrean, ingenioso lo de la campaña de temas con “spots” de electrodomésticos integrados), el que viene vendrá otro, un insulto para los que crearon este sub-género musical; y por otro lado el humor que surge de las situaciones supuestamente serias, humor seco llamado “deadpan”, brotando de momentos como el de la pedida de mano o cuando pide Conner desde un concierto que anime la grada superior y solo hay una persona.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
El nivel actoral es propio de una gansada como este film, en el que todos van a pasárselo bien, sobreactuando y parodiándose muchos a sí mismos. Andy Samberg da bien con el rol de cándido egoísta metido a estrella, con sus muecas y rostro juvenil; Akiva Schaffer como el amigo de la infancia Lawrence, en su gira Dj, cumple sin más; Jorma Taccone como el otro amigo de la infancia, Owen, con el que está enemistado, y ahora es un granjero retirado del mundanal ruido, tiene sus momentos divertidos; Tim Meadows resulta sibilinamente humorístico como el manager; Chris Redd como “Hunter Hungry”, rapero telonero de Conner jocos trepa, cual “Eva al desnudo”; hay muchos más.
Es una punzante crítica a este mundillo de estrellas que fecha de caducidad temprana, pues tras ellas la nada son sus cimientos, estrellas con bonito envoltorio pero tras esto la nada, ejemplo de su vacuidad son las letras de unas canciones paródicas en su contenido, pero que hacen aún más gracia al no estar muy lejos de la realidad.
Pero teniendo sus puntos de humor inteligente y disfrutable, también tiene taras, y es que entre el desfile de gags hay muchos que se pierden entre la inanidad, provocando tramos planos en que ni fu ni fá, la sigues esperando entre en escena algo que te saque de lo ordinario y lo convencional, y es que su metraje, aunque corto (no llega a la hora y media) se hace extensa para lo que cuenta, y es que hay demasiados valles, surcados estos por algún humor pasado de rosca (ejemplo el gag sobre el retrete de Anna Frank), provocando en estos segmentos poco más que una mueca. A todo esto se suma un tramo final que se toma demasiado en serio, cayendo en lo que criticaba, falta valentía y mala uva, dejándonos un conclusión facilona y muy simplista, emborrachándose de lugares comunes sobre la amistad, falta arrojo y de capacidad de sorprender, dejando un regusto final insaboro, sintiéndose en este rush conclusivo una parodia (seria) de sí misma.
La puesta en escena de enorme brillantez, todo enfocado en transmitir el estado de ánimo conveniente (falsete) de hedonismo, con un diseño de producción de Jon Billington (“Eyes Wide Shut” o “Guerra Mundial Z”), creando un universo esponjoso, donde reina el lujo, con la mansión Conner, los conciertos fastuosos, los saraos, todo esto ensalzado por la radiante fotografía de Brandon Trost (“Juerga hasta el fin” o “Interview”), sabiendo recrear con mimo el mockumentary, explotando de modo fulgurante cromatismo.
Spoiler:
Los grandes momentos: El dueto de Conner con Pink en un videoclip arrollador defendiendo los derechos de los gays, se convierte por la reiteración de que Conner no es gay (con imágenes fornicando con mujeres) , se convierte en una loa a los que no son homosexuales; La canción sobre Bin Laden, “… esa chica me pidió que la follara con la eficacia con la que asesinamos a Bin Laden…”, sin comentarios (pero muchas sonrisas); La canción sobre el escenario en que Conner pone en duda que tenga algún valor la “Mona Lisa” de Da Vinci, un pelagatos como él ejerciendo de juez artístico (¿?); El tramo en asistimos a la caña de marketing en una cadena de electrodomésticos tendrá sus aparatos (tostadores, hornos, frigoríficos…)que al hacerlos funcionar activaran canciones de Conner; El momento en cueros en el escenario con el misterio de donde está el pene de Conner; La salvaje pedida de mano; Lawrence de Dj en el escenario con un casco que dicen parece el pene de Optimus Prime (transformer).
En conjunto una apreciable propuesta que se disfruta y se olvida con la misma facilidad. Fuerza y honor!!!
Es una punzante crítica a este mundillo de estrellas que fecha de caducidad temprana, pues tras ellas la nada son sus cimientos, estrellas con bonito envoltorio pero tras esto la nada, ejemplo de su vacuidad son las letras de unas canciones paródicas en su contenido, pero que hacen aún más gracia al no estar muy lejos de la realidad.
Pero teniendo sus puntos de humor inteligente y disfrutable, también tiene taras, y es que entre el desfile de gags hay muchos que se pierden entre la inanidad, provocando tramos planos en que ni fu ni fá, la sigues esperando entre en escena algo que te saque de lo ordinario y lo convencional, y es que su metraje, aunque corto (no llega a la hora y media) se hace extensa para lo que cuenta, y es que hay demasiados valles, surcados estos por algún humor pasado de rosca (ejemplo el gag sobre el retrete de Anna Frank), provocando en estos segmentos poco más que una mueca. A todo esto se suma un tramo final que se toma demasiado en serio, cayendo en lo que criticaba, falta valentía y mala uva, dejándonos un conclusión facilona y muy simplista, emborrachándose de lugares comunes sobre la amistad, falta arrojo y de capacidad de sorprender, dejando un regusto final insaboro, sintiéndose en este rush conclusivo una parodia (seria) de sí misma.
La puesta en escena de enorme brillantez, todo enfocado en transmitir el estado de ánimo conveniente (falsete) de hedonismo, con un diseño de producción de Jon Billington (“Eyes Wide Shut” o “Guerra Mundial Z”), creando un universo esponjoso, donde reina el lujo, con la mansión Conner, los conciertos fastuosos, los saraos, todo esto ensalzado por la radiante fotografía de Brandon Trost (“Juerga hasta el fin” o “Interview”), sabiendo recrear con mimo el mockumentary, explotando de modo fulgurante cromatismo.
Spoiler:
Los grandes momentos: El dueto de Conner con Pink en un videoclip arrollador defendiendo los derechos de los gays, se convierte por la reiteración de que Conner no es gay (con imágenes fornicando con mujeres) , se convierte en una loa a los que no son homosexuales; La canción sobre Bin Laden, “… esa chica me pidió que la follara con la eficacia con la que asesinamos a Bin Laden…”, sin comentarios (pero muchas sonrisas); La canción sobre el escenario en que Conner pone en duda que tenga algún valor la “Mona Lisa” de Da Vinci, un pelagatos como él ejerciendo de juez artístico (¿?); El tramo en asistimos a la caña de marketing en una cadena de electrodomésticos tendrá sus aparatos (tostadores, hornos, frigoríficos…)que al hacerlos funcionar activaran canciones de Conner; El momento en cueros en el escenario con el misterio de donde está el pene de Conner; La salvaje pedida de mano; Lawrence de Dj en el escenario con un casco que dicen parece el pene de Optimus Prime (transformer).
En conjunto una apreciable propuesta que se disfruta y se olvida con la misma facilidad. Fuerza y honor!!!