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Voto de Paranoid:
5
5,4
30.884
Acción. Bélico
Guerras médicas (500-479 a.C.). El general griego Temistocles lucha por conseguir la unidad de las polis griegas. Él dirige las tropas griegas que se enfrentan con el ejército persa, liderado por Xerxes y Artemisa, para impedir la invasión del país. Spin-off de la película/cómic 300, basado en la novela gráfica "Xerxes", de Frank Miller. (FILMAFFINITY)
8 de marzo de 2014
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es la principal sensación que me ha producido '300: El origen de un imperio'. Sé que las comparaciones son odiosas, pero no he podido quitarme de la cabeza la increíble primera parte de la saga durante todo el visionado.
En esta nueva entrega, creo que, en líneas generales, todo funciona, pero, a la vez, todo es un pálido reflejo de su predecesora: las escenas de acción, la fotografía, los momentos épicos, la narración, el protagonista, los secundarios... Y continúo en el 'spoiler'...
En esta nueva entrega, creo que, en líneas generales, todo funciona, pero, a la vez, todo es un pálido reflejo de su predecesora: las escenas de acción, la fotografía, los momentos épicos, la narración, el protagonista, los secundarios... Y continúo en el 'spoiler'...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Decía antes que la película funciona, pero solo como eso, como película. A partir de aquí, todo es decepción tras decepción, de clímax constantemente interrumpido, de "venga, solo un empujoncito más" y caer en el último momento; la escena entre Temístocles y Artemisia ilustra muy bien lo que digo.
La película comienza de manera prometedora contándonos la historia de Jerjes, típico personaje atormentado y convertido en tirano-dios por algo tan humano como el dolor que le ha causado la pérdida de su padre.
Sin embargo, desgraciadamente pasa a un total segundo plano, dejándonos con Artemisia, griega a la que los suyos se lo hicieron pasar canutas y ahora, como venganza y lógicamente, quiere que su antiguo pueblo sufra lo mismo; y Temístocles, aburrido y gris paladín de la libertad y la democracia, sin mujer y familia, no vaya a ser que el público pierda la fe en él tras la obligada tensión sexual con la antagonista y su manera de negociar.
Estos dos personajes se enfrentarán en unos combates marítimos que, no sé si será culpa mía o del montaje, sencillamente no entiendo. La cosa mejora cuando comienza la fiesta cuerpo a cuerpo, con unas escenas de acción aceptables, con la sangre (aunque se nota demasiado el ordenador), mutilaciones y piruetas necesarias.
No obstante, el director falla cuando intenta emular los recursos de la predecesora, sobre todo con la cámara lenta (ese caballo en la batalla en tierra del principio), y las posturas de los guerreros, así como las coreografías, son un tanto sosas y nada creativas.
En momentos épicos la cosa flojea también. Los discursos de Temístocles no resultan tan motivadores y eficaces como los de Leónidas, pero no por culpa del actor, sino de un director que no nos ha unido sentimentalmente a él, como a Leónidas. El espartano lucha por su patria, su familia, la gente que quiere, por sí mismo, por sus ideas; es puro sentimiento, fuerza y valentía; el ateniense es un soldado que lucha por... por... sí, la democracia y la libertad, y esas cosas.
No obstante, tengo que decir que la escena en la que se lanzan como locos a los barcos persas atrapados en el desfiladero es impresionante, lo mejor de la película sin duda. Todo lo contrario al homenaje a caballo al rey Theoden, que no me pareció nada convincente, y hasta un tanto ridículo.
Pues eso, después de algunas peleas, discursos aburridos y poco inspiradores, y escenas de no-acción que carecen de una mínima trama (hasta en la primera tenemos un poquito de mamoneo político), la cinta llega a su fin, y con él, la última decepción. Por un momento, en el combate final, me ilusioné pensando que, en un arrebato de originalidad, Artemisia mataría a Temístocles, o mejor aún, morirían los dos en un 'double knockout'. Sin embargo, el 'prota' consigue pulsar triángulo + equis en el último momento, y la pobre chavala muere derrotada.
Y tras una promesa de que, si salen los números, habrá una tercera parte, comienzan los créditos con una versión sin guitarras eléctricas (¿por quéee?) de 'War Pigs', de mis adorados Black Sabbath, canción antibélica por excelencia, contra esos líderes que llevan a la gente pobre a morir en guerras estúpidas. Muy adecuado.
Conclusión: una pasable película de acción y fantasía, que no se desinfla porque ni siquiera llega a hincharse y que deja un vacío que solo puede llenarse jugando al 'God of War', o, mucho mejor, viendo '300', de Zack Snyder.
La película comienza de manera prometedora contándonos la historia de Jerjes, típico personaje atormentado y convertido en tirano-dios por algo tan humano como el dolor que le ha causado la pérdida de su padre.
Sin embargo, desgraciadamente pasa a un total segundo plano, dejándonos con Artemisia, griega a la que los suyos se lo hicieron pasar canutas y ahora, como venganza y lógicamente, quiere que su antiguo pueblo sufra lo mismo; y Temístocles, aburrido y gris paladín de la libertad y la democracia, sin mujer y familia, no vaya a ser que el público pierda la fe en él tras la obligada tensión sexual con la antagonista y su manera de negociar.
Estos dos personajes se enfrentarán en unos combates marítimos que, no sé si será culpa mía o del montaje, sencillamente no entiendo. La cosa mejora cuando comienza la fiesta cuerpo a cuerpo, con unas escenas de acción aceptables, con la sangre (aunque se nota demasiado el ordenador), mutilaciones y piruetas necesarias.
No obstante, el director falla cuando intenta emular los recursos de la predecesora, sobre todo con la cámara lenta (ese caballo en la batalla en tierra del principio), y las posturas de los guerreros, así como las coreografías, son un tanto sosas y nada creativas.
En momentos épicos la cosa flojea también. Los discursos de Temístocles no resultan tan motivadores y eficaces como los de Leónidas, pero no por culpa del actor, sino de un director que no nos ha unido sentimentalmente a él, como a Leónidas. El espartano lucha por su patria, su familia, la gente que quiere, por sí mismo, por sus ideas; es puro sentimiento, fuerza y valentía; el ateniense es un soldado que lucha por... por... sí, la democracia y la libertad, y esas cosas.
No obstante, tengo que decir que la escena en la que se lanzan como locos a los barcos persas atrapados en el desfiladero es impresionante, lo mejor de la película sin duda. Todo lo contrario al homenaje a caballo al rey Theoden, que no me pareció nada convincente, y hasta un tanto ridículo.
Pues eso, después de algunas peleas, discursos aburridos y poco inspiradores, y escenas de no-acción que carecen de una mínima trama (hasta en la primera tenemos un poquito de mamoneo político), la cinta llega a su fin, y con él, la última decepción. Por un momento, en el combate final, me ilusioné pensando que, en un arrebato de originalidad, Artemisia mataría a Temístocles, o mejor aún, morirían los dos en un 'double knockout'. Sin embargo, el 'prota' consigue pulsar triángulo + equis en el último momento, y la pobre chavala muere derrotada.
Y tras una promesa de que, si salen los números, habrá una tercera parte, comienzan los créditos con una versión sin guitarras eléctricas (¿por quéee?) de 'War Pigs', de mis adorados Black Sabbath, canción antibélica por excelencia, contra esos líderes que llevan a la gente pobre a morir en guerras estúpidas. Muy adecuado.
Conclusión: una pasable película de acción y fantasía, que no se desinfla porque ni siquiera llega a hincharse y que deja un vacío que solo puede llenarse jugando al 'God of War', o, mucho mejor, viendo '300', de Zack Snyder.