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Tajikistan Tajikistan · Demonlandia
Voto de Neathara:
5
Drama. Romance Todos los dias, en el metro, David ve a María. Un día se decide y le entrega un poema que ha escrito para ella, titulado "Báilame el agua". Él vive en la calle y ella no duda en seguirlo, pero, poco a poco, ambos caerán en una espiral de drogas, prostitución, mafia y marginación. (FILMAFFINITY)
9 de mayo de 2009
36 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
El corazón y la cabeza batallan por decidir si esta buena película mala me gusta o no me gusta.

Sé conscientemente que no es buena y que la historia roza la ciencia ficción por su exagerado desarrollo y descenso a los inviernos (no, no es un errata) de los personajes. Sé que Madrid es una ciudad hostil y maleducada, pero que uno no cae en el jaco ni permite a su amor caer en la prostitución teniendo una madre y una casa a dos cuadras de donde vive. Sé que los diálogos son malos y sé que los actores...a ratos sí, a ratos no...también sé que el tal Josecho San Mateo no sabe mover la cámara donde debe, de todo esto y algo más, soy consciente.

En realidad, me captó sobre todo ese primer paseo nocturno...cuando acabas de conocer a alguien y os perdéis paseando por, yo que sé, la Castellana o Plaza de España, congelados de frío, sin un duro y en un momento dado alguno pregunta ¿pero, adónde vamos?. Y no saber dónde ir porque en Madrid en invierno y sin pasta te mueres de puro asco. El trasiego de la calle Montera, aquí protagonista de la función, también. La extraña mezcla de coleguismo/frialdad/bordería de los madrileños, alternativamente padrinos y verdugos de los personajes. Incluso alguna frase perdida, a un nivel más íntimo, más emotivo: "Tú me pides gestos y yo te pido palabras". Cuántas veces haremos lo imposible por demostrar un sentimiento y cuán incapaces somos a veces de decirlo, sin más. La grande y verdadera ironía de saber escribir y no ser capaz de darle a la persona que vende el culo (literalmente) por estar contigo aquello que necesita leer. La sensación de inercia existencial, la sensación de querer morir para desear renacer, también...el miedo a cambiar y el pavor a no poder cambiar nunca.

Cuánto brillo intermitente, cuánta emoción verídica existe en "Báilame el agua" y que pena que asome en cuestión de segundos y desaparezca en la mediocridad, el tremendismo barato y la inverosimilitud más absoluta. Porque mi corazón intentó creérsela pero mi cabeza ganó la batalla.
Neathara
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