Desde hace bastante tiempo (quizás desde su mismo tiempo) se ha cultivado la idea de que Jane Austen es, en cierto modo, el prototipo de sus propias heroínas románticas. Una se la imagina fantaseando con la pasión, como la Marianne Dashwood de "Sentido y sensibilidad"; o haciendo de celestina con sus amigas, como la protagonista de "Emma"; o dejando en evidencia a algún engreído caballero, como la Elizabeth Bennet de "Orgullo y Prejuicio"; o arrepintiéndose de un amor rechazado, como la Anne Elliott de "Persuasión".

Pero en esta producción americana, la romántica, la cínica, la celestina o la melancólica no es ninguna de las mujeres creadas por Austen, sino Austen misma. La suma de todas sus heroínas, pero al mismo tiempo la escritora, la hija, la hermana y la eterna solterona que moriría prematuramente a los cuarenta años de edad sin haber conocido (por lo menos oficialmente) los tipos de relación que diseccionó con tanto sentimiento y tan divertido cinismo en sus míticas historias.

"Jane Austen recuerda" es, pues, una historia sobre la misma Austen en su madurez, en la que, acuciada por los problemas económicos, se plantea si estuvo en un error al renunciar a casarse cuando tuvo la oportunidad. Al contrario que otras visiones edulcoradas, como "La joven Jane Austen", esta película despliega una visión mucho más dura de la vida de una mujer de la época sin más sustento que la caridad de su familia y las pocas ganancias que le acaecen sus obras literarias. Obra adulta, pues y muy fiel a lo que se conoce de la vida de Austen, falla a mi juicio al introducir la intrascendente trama de la joven sobrina, en primer lugar porque la actriz es pésima y en segundo lugar, porque rebaja el atractivo crepúsculo en el que se desarrolla la historia, ya que parece figurar tan sólo para darle la coartada romántica que parece inevitable en cualquier proyecto que se relacione con esta escritora.

No obstante, la película alza el vuelo con una parte final de alto voltaje emocional en el que brillan especialmente unas conmovedoras Olivia Williams y Greta Scacchi, las dos hermanas Austen, unidas por un lazo fraternal que quizás fuera el único amor constante y verdadero que conocieran en sus vidas.