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Tajikistan Tajikistan · Demonlandia
Voto de Neathara:
7
Drama Maixabel Lasa pierde en el año 2000 a su marido, Juan María Jaúregui, asesinado por ETA. Once años más tarde, recibe una petición insólita: uno de los asesinos ha pedido entrevistarse con ella en la cárcel de Nanclares de la Oca /Álava), en la que cumple condena tras haber roto sus lazos con la banda terrorista. A pesar de las dudas y del inmenso dolor, Maixabel accede a encontrarse cara a cara con las personas que acabaron a sangre ... [+]
8 de octubre de 2021
19 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
A nuestro nombre, va asociada una identidad y a nuestra identidad, una vida, un alma, unos seres queridos, un lugar en el mundo. Cuando se habla de víctimas, es fácil despersonalizar. A menudo en la prensa vemos noticias terribles, pero no logramos removernos hasta que nos hablan de esas personas y de cómo se llamaban.

En "Maixabel", sus dos protagonistas buscan la intersección entre el perdón y el arrepentimiento, usando como santo y seña algo tan sencillo y devastador como un nombre: Jose Mari, marido de Maixabel. Padre de María. Abuelo al que Nerea no conocerá nunca. La película comienza con su asesinato, que se resuelve casi en un visto y no visto: a Bollaín no le interesa hablar de violencia, le interesa hablar de lo que pasa después.

Tanto "Maixabel" como "Patria", encuentran un terreno más fértil en hablar de esa Euskadi post-ETA que ya no está en conflicto, pero que todavía restaña las heridas que aún quedan tras décadas de enfrentamientos, miedo y odio. Bollaín escoge acertadamente un enfoque sencillo y empático, diseñando una historia que no conmueve a través del desgarro, sino por un sinfín de pequeños detalles diseminados con enorme delicadeza. Unos detalles que dibujan la ausencia de alguien que definitivamente, tenía un nombre.

No es, para mí, una obra maestra: tiene alguna escena meramente funcional y algún corte discutible. Pero rebosa humanidad y compasión, además de regalarnos dos interpretaciones colosales de Blanca Portillo y Luis Tosar y una respuesta a la pregunta que dejó tras de sí el final de la lucha armada: "¿Y ahora qué?"

"Maixabel" demuestra que ya pasó el tiempo de tomar partido, de buscar más culpables, de dividir y no vencer. También refleja la belleza y singularidad de la cultura euskalduna, ya liberada del prejuicio y el rechazo de antaño. Nos provoca a pensar que no sólo la víctima tenía un nombre: también lo tenía el verdugo. Al final de la película, ya no quedan más que una Maixabel y un Ibon, no dos contendientes, no sólo un asesino y una viuda, sino dos personas que ya no pueden remediar el pasado y que sólo en el encuentro, pueden hallar la clave para seguir adelante en un presente lleno de incertidumbre.
Neathara
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