Sólo hay una putada más gorda que despertarse y no recordar quién eres y es despertarte recordando quién eres...y que nadie más se acuerde.

Más o menos esto es lo que le pasa a Liam Neeson en este entretenido y despersonalizado thriller que hemos visto en innumerables variaciones y no las cito sino en el spoiler para no cometer eso mismo y estropearle la peli del domingo a nadie.

La diversión incluye kilos y kilos de incoherencias como bien manda el género de "todo el mundo es el enemigo". Eso sí queda como más digno todo por el mero hecho de que lo protagonice Neeson, uno de esos actores que redefinen el concepto de solidez incluso cuando la película no deja de ser una mera gaseosa.

Lo mejor sin duda el reparto, en especial Bruno Ganz y Sebastian Koch que dotan de credibilidad a unos personajes de puro adorno y hablando de puro adorno lo de Diane Kruger clama al cielo, a pesar de lo cual la actriz se las arregla para darle un mínimo de personalidad a un personaje planteado desde el florerismo más absoluto.

Langella está bastante desaprovechado y January Jones está penosa, es como una especie de muñeca inerte a la que alguien se ocupa de cambiar de postura cuando le toca salir a escena.

Aunque es fácil adivinar todo lo que va a suceder en la película, no deja de dar un ratito simpático y libre de complicaciones, lo cual está muy bien de vez en cuando.