Dos desconocidos conciertan un encuentro a través de un anuncio para satisfacer alguna clase de indefinida fantasía sexual. Se van a una habitación de hotel, follan, se despiden y de forma tácita, vuelven a citarse el siguiente jueves. Lo que en un principio parece una aventura prohibida y excitante -en palabras de la protagonista, "una relación pornográfica"- va dejándose contaminar poco a poco por las miasmas del sentimiento. De repente, pasan de ser dos cuerpos que se desnudan a dos caras que se demudan.

Esta película está muy bien hecha, muy bien escrita y muy bien interpretada. Tan bien hecha que me resulta espeluznante. Sus diálogos, escenas e incluso expresiones son como fotocopias de otros diálogos que he tenido, escenas que he vivido, expresiones que he observado en las caras de los otros. No hay nadie como los franceses para alumbrar guiones que hieren tu propia intimidad, como si en lugar de ser tú quien observa por el ojo de la cerradura, fueses tú el observado por ellos. Citando otra de las muchas pequeñas grandes frases de la película, "es tan bueno que es casi desagradable".

Las buenas películas a veces no son tanto las que deslumbran sino las que permanecen, las que conectan con esa universalidad privada que jamás podrán lograr los excesos de la grandilocuencia. No sé si "Una relación privada" es una película buena, mala, regular, sólo sé que en un momento he visto una imagen en el espejo y esa imagen reflejaba algo que he conocido muy bien y si existe algo más valiente a nivel cinematográfico que hacer una película verdadera sobre gente verdadera y sentimientos verdaderos, lo desconozco.

Duele.

Él: "No nos conocemos"
Ella: "Las personas nunca se conocen. Si no nos conocemos a nosotros mismos, imagina a los demás".