David Attenborough se merece una mención de honor en el campo de los documentales didácticos. No se han creado documentales de naturaleza viva más instructivos y al mismo tiempo más espectaculares en la historia del cine que los de este adalid de la fauna terrestre.

Como no podía ser menos, ahora le ha tocado al mundo de los insectos, y para eso Attenborough se pertrecha en su documental de todo un armamento tecnológico para dejar testimonio del más ínfimo detalle de este fascinante mundo en miniatura. Todo es aumentado para ver en pantalla grande hasta las articulaciones de las patas del más pequeño de los insectos. Por tanto, es mi deber hacer una advertencia: abstenerse aquellos que le tengan fobia al mundo artrópodo, porque se va a hinchar a ver antenas, mandíbulas devorando insectos, y sobre todo esos ojos compuestos que tan poca gracia hacen a este tipo de público. Hecha esta salvedad, quien se atreva descubrirá hasta que punto esta dimensión minúscula dista del concepto que tenemos de vida (hay momentos como la vida de las avispas que parecen sacados de una película de ciencia ficción), y por el contrario, también verá paralelismos asombrosos con la vida macroscópica.

Todo un monumento cinematográfico para reflexionar una vez más acerca de que es y que significa la vida.

Un saludo a todos.