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Voto de Paco Silva:
7
Two Years at Sea
2011 Reino Unido
Documental, Intervenciones de: Jake Williams
6,3
117
Documental Jake vive en medio del bosque. Sale a caminar en cualquier clima y duerme siesta entre los campos y árboles brumosos. Construye una balsa para pasar el tiempo en el lago. Conduce un jeep destartalado para comprar pertrechos. Se lo ve en todas las estaciones, sobreviviendo frugalmente, viviendo el sueño radical que tenía cuando más joven, un sueño por el que trabajó dos años en el mar. (FILMAFFINITY)
26 de septiembre de 2022
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¿Quién no ha pensado en irse a vivir a una cabaña en medio de la nada? Desde luego es un pensamiento recurrente en la cabeza del que escribe. No he llegado a leer 'Walden' de Henry David Thoreau, pero imagino que Ben Rivers se inspiró en cierta manera en el libro durante la concepción de 'Two Years at Sea'. Thoreau narra en su famoso ensayo los dos años, dos meses y dos días que pasó viviendo en una cabaña construida por él mismo, y a esos dos años parece eludir el título de la película de Rivers. Cabe preguntarse algo sobre el mismo, ¿hay que tomárselo de forma literal?

Dado que Rivers no ofrece ningún tipo de exposición sobre su protagonista, un hombre escocés que vive como un hermitaño, todo queda a la imaginación de cada espectador. Es una película en la que no pasa nada, y ese es el objetivo. No existe aquí la tensión de una obra como 'Jeanne Dielman' o la atmósfera apocalíptica de 'El caballo de Turín'. Rivers presenta una propuesta naturalista, rodada en un blanco y negro bañado en grano de celuloide (no sabría decir si digital o real, aunque me inclinaría por el primero), que remite más al primer Lisandro Alonso que a cualquier otra cosa. No podemos saber si realmente han pasado dos años a lo largo del metraje, o si el agua sobre la que le vemos navegar es de un mar, de un río o de un lago.

Dicho esto, la verdadera cuestión debería ser, ¿acaso importa todo eso? Rivers ha confeccionado una experiencia cinematográfica alrededor de la cotidianidad en un estilo de vida distinto al de la mayoría de nosotros. Si no hay trama, arcos o personajes, al infierno con ellos. Valorar el cine experimental de acuerdo a elementos narrativos tradicionales del medio no conducirá a ningún debate interesante.

'Two Years at Sea' se ha catalogado como obra del llamado "slow cinema", movimiento nombrado en base al ritmo glacial de films de directores como Bela Tarr, Lav Diaz o Lisandro Alonso. El término es bueno para describir la sensación de ver esas películas, pero, como cualquier etiqueta, también les perjudica y reduce su potencial audiencia. No ayuda que cuando se habla de lentitud en el cine mainstream, se suele hacer en términos negativos.

Esta obra de Ben Rivers sería una entrada decente en el canon del "slow cinema", pero carece de algo esencial en este tipo de obras, una atmósfera en la que perderse, o al menos algún tipo de aproximación llamativa a la dirección. Mencionaba antes el naturalismo, y quizás eso sea a la vez la cara y la cruz del film. En ocasiones ofrece momentos mágicos como la escena en la que el personaje y su barca se quedan en mitad del río, absorbiendo el entorno que les rodea y sintiendo su libertad. Otras, sobre todo en las escenas centradas en tareas del hogar o el coche, no hay nada interesante.

Es una experiencia singular y breve, y si hablamos de películas modernas en blanco y negro protagonizadas por señores barbudos viviendo como hermitaños cerca del mar, supera a 'El faro' de Robert Eggers.
Paco Silva
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