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República Checa República Checa · Praha
Voto de Johan Liebhart:
7
6,7
952
Animación. Fantástico. Drama. Romance Un anciano monje, mientras forma a un joven que será su sucesor, recuerda el misterioso amor perdido de su pasado, al igual que su joven sucesor parece estar encontrando el suyo propio. (FILMAFFINITY)
26 de marzo de 2020
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aleksandr Petrov aprendió del venerado animador ruso, Yuriy Norshtein, el significado de la dedicación y el esmero para concebir una identidad creativa propia. Todas sus obras se elaboran con paciente artesanía.

Valiéndose de la técnica de la pintura al óleo y al pastel, pero sin apenas utilizar pinceles, Petrov dibuja
directamente con sus dedos en láminas de cristal. Así, crea, moldea y distribuye pacientemente los más de 30.000 planos que componen de media sus obras.

Obras marcadas por el romanticismo clásico, entre la intimidad y la nostalgia. Explorando el surgimiento del primer amor o la frustración del deseo reprimido en personajes envueltos en bellos paisajes impresionistas. Auténticos cuadros en movimiento que nos sumergen en atmósferas oníricas, fantásticas o surrealistas. Todo ello, basándose en las historias de los grandes literatos rusos desde Dostoievsky a Platonov, Chéjov o Pushkin.

En este cortometraje adapta, precisamente, el relato del novelista y poeta Alexander Pushkin sobre la Rusalka, ninfa de agua del folklore eslavo equivalente al mito de la sirena. Conocida también como la bruja del río, seducirá en esta historia al discípulo de un viejo monje. Entre juegos y paisajes lo enamorará profundamente para desgracia del maestro que recordará tiempos pasados de amores, obsesiones y desengaños. Sumergiendo su memoria en la fantasía, mezclando el recuerdo con la epifanía del amor juvenil desatado y sincero que envuelve a su aprendiz en el canto de la Rusalka. Cuestiones que se reflejan sin necesidad de diálogos gracias al dominio pictórico de Petrov, cuya paleta de colores refleja la calidez del recuerdo y lo contrasta con la frialdad del paisaje. Asimismo, el trabajo de sonido crea un aura de intimidad paulatinamente corrompida como en un cuento retorcido.

Petrov, una vez más, une pintura y literatura para crear poesía visual con sensibilidad y delicadeza. Un impresionante ejemplo de animación pictórica que alcanzaría su cenit en "El viejo y el mar" (1999) y "Mi amor" (2005) sus sucesivas obras maestras. Es una verdadera lástima que desde 2010 no haya contado con fondos suficientes para realizar otros largometrajes y se haya dedicado íntegramente a la publicidad desde entonces.
Johan Liebhart
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