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Voto de josesisbert:
7
Drama Crónica de la actividad cotidiana de un diario llamado "La Jornada". Los sucesos que relata el cronista de sociedad en la séptima página constituyen un retrato de las distintas clases sociales de la España de los años 50 y proporcionan una visión de la realidad en la que se entremezclan hechos cómicos, policíacos, sentimentales, dramáticos e incluso trágicos. (FILMAFFINITY)
29 de julio de 2016
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El argumento y el guión fueron la primera de mis sorpresas. Enseguida me vino a la mente la literatura anglosajona y las intrigas “con cajones”, es decir una trama principal y varias tramas secundarias, todas conectadas entre si y al servicio las unas de las otras. Como tan acertadamente escribe la Sinopsis, la película presenta un retrato bastante completo de la sociedad de los años 50, aunque yo no diría que española sino ciudadana. Porque la realidad de aquellos años en el campo era tan distinta de la de las grandes urbes que podríamos hablar de dos países lejanos.
La intriga principal es una pistola y sus balas. Le siguen las secundarias: un industrial y sus pasiones, un camarero mal casado, una mujer frívola y ambiciosa, un amor apasionado por una utopía o un espejismo, una pareja de bailarines el día de su debut, un policía que hace carrera y un periodista tímido y entrañable que nos servirá de nexo.
Me gustó la cinta porque, como siempre que se trabaja con una buena historia, basta con un poquito de talento y algo de dinero para realizar un producto digno. El rasgo más picaresco del guión se encuentra, quizás, en la breve secuencia de mi abuelo que detallaré más abajo. Nos trasladará el autor durante un par de minutos a la Sevilla de Monipodio en Rinconete y Cortadillo.
La fotografía es excelente, y en esta ocasión otorgaré una palma de honor a la iluminación, que consigue crear ese ambiente a veces misterioso y en otras ocasiones palpitante que tan bien sirve a la cinta así como a los actores. El maquillaje también destaca, por encima de lo habitual en el cine español de aquellos años. Y no hablamos de una cuestión de presupuesto sino de talento. En uno de los últimos planos de Amparito, tanto la fotografía como la iluminación y el maquillaje consiguen momentos de gran belleza plástica, dignos del mejor cine americano de entonces, gran maestro en esos artes.
Me encantó ese Madrid que se nos muestra, ese Madrid eterno con tráfico ya endiablado. El parque del Retiro, en particular, se me antoja un marco ideal para pasear y enamorarse.
La interpretación es irreprochable y ajustada, sin excesos salvo los necesarios al servicio de las intriga. En ocasiones me recordó a otra película española de 1936, “El bailarín y el trabajador”, al usar el mismo marco de cabarets de lujo en un Madrid para muy pocos.
La breve secuencia de mi abuelo es un soplo de aire fresco. Hacía falta el gran talento de Pepe Isbert para que un vendedor de una tienda de bolsos de postín pretenda vender más caro un bolso de imitación de piel que su original de cocodrilo. Lo que antes pareciera descabellado ahora lo realizan los chinos por cien pesetas. Que el público se trague el timo de mi abuelo como algo natural, llegando incluso a lamentar que el cliente escoja el bolso de verdad en lugar del imitado, eso si que es puro arte.
Claro. Es que el trabajo de José Isbert convierte cualquier cinta en un producto de lujo.
josesisbert
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