Película que intercala diversos géneros cono el terror, el thriller o el drama, pasándolo por un filtro de autor con un ritmo pausado. Primer largometraje de su director, que había participado en cortos como Belo York (2017), y protagonizado por Gabe Fazio (Cruce de Caminos, 2012) y Bradford West (Shame the Devil, 2013).

El Medio Oeste de Estados Unidos es una tierra supersticiosa en la que muchos de sus habitantes viven creyendo en posesiones, presencias sobrenaturales y casas encantadas. Un territorio oscuro e ignoto de la América profunda en el que el tedio y el aislamiento pueden llevar a su gente a estados de desconexión difíciles de explicar, y en el que las pulsiones más escondidas pueden explotar en cualquier instante y de la forma más violenta e inesperada. Michael y Josh, conocidos como Spirit Doctors, se encargaban de ayudar a personas perturbadas por episodios sobrenaturales en Indiana. Michael había dejado el negocio de lo "paranormal" y tiene un buen trabajo, pero decide ayudar a Josh con un último caso de forma extraordinaria.

Estamos ante una película difícil de catalogar, al mezclar diversos géneros y pertenecer a todos ellos, pues cuenta una historia de terror, pero la cuenta junto a un drama y con una cocción lenta con los elementos terroríficos bastante dosificados y sin sustos. Los actores hacen que le cogas cariño a sus personajes en sus escasos 75 minutos, y de paso, consigue crear más de una escena inquietante sin ayuda de jumpscares ni recursos de este tipo. No obstante, lo particular de esta propuesta también juega en su contra, pues su neutralidad consigue dejar en el espectador cierta indiferencia aunque le guste la película.

Indiana es una película particular para bien y para mal, y sobre no ser para el grueso del público, es un film diferente que da su particular enfoque al terror y resulta en una propuesta muy digna.

Nota persona 6/10