Era la forma de funcionar de determinado cine italiano hasta hace no tanto: ¿una peli de éxito? nosotros perpetram... digo, hacemos la secuela.

Y este es (otra vez) el caso. Un norteamericano llamado Kubrick ha tenido mucho éxito con un filme llamado Espartaco. Dicho y hecho: chicos, coged los bártulos, que nos vamos a Egipto a rodar un peplum. Como actor principal ponemos ahí al fortachón Steve Reeves, hacemos aparecer en la trama a Julio César (¿?), contratamos a un maquetista de tercera para las escenas del barquito y fichamos como dire de la cosa a Sergio Corbucci, que vale tanto para un roto como para un descosido (de los también llamados no peyorativamente artesanos).

¿Faltan dos bellezas italianas? Contrátense. Oiga: que son más sosas que un café de peseta. Da igual. ¿No ves que no va a quedar demasiado mal la peli? A fin de cuentas, sale el Nilo, y luego el planteamiento es el del "Zorro" trasladado al Egipto romano; o sea que tiene algo incluso de Western. Ya pero... es que a los malos-malísimos que hacen de africanos casi se ve cómo se les desprende el betún de las caras. Tú, que exageras; no es para tanto.

Pero es que además en una de las luchas entre el hijo de Espartaco y los malos... había plátanos encima de la mesita junto a la que luchan...

... (¿Quién ha contratado a este cretino? ¡¡Que se lo lleven en el acto a España, a Almería, a abrevar los caballos que tengamos allí ahora... en lo que estemos rodando!! ).