No es ésta la típica película de terror con casa fantasma y en parte se agradece ya que en lugar de hacer pasar un mal rato lo que pretende y en cierta manera consigue es entretener dentro de un tono de comedia.
Aunque no sea lo suficientemente interesante el argumento, éste se sigue con agrado gracias a la amenidad y cierto sentido del humor que caracterizan lo que en principio es una historia de desgracias y presencias aterradoras.
Cuando Roger Cobb(William Katt) pierde a su tía abuela, estando él tristemente divorciado en parte por la extraña desaparición de su hijo, y en plena crisis creativa con su último libro, decide instalarse en la casa que ésta le ha dejado para centrarse de lleno con una autobiografía de su experiencia en la guerra de Vietnam.
Como todos ya sabemos se sucederán las típicas presencias fantasmales o de otra dimensión, los ruidos que no deberían suceder, los momentos donde el protagonista intenta averiguar que se esconde detrás de todo ello; pero lo que nadie puede esperar es que todo esto no asuste y en este caso no es un defecto sino una virtud.
El transfondo de todo es muy discreto y aunque sea el orígen de todo se sigue con muy poco interés y provoca más incertidumbre que respuestas.
En general se deja ver por el tono desenfadado, gamberro, simpático y relativamente humorístico que le imprime el irregular y a veces infravalorado Steve Miner.