Sin duda, es una de las más destacables del género dramaturgo koreano. El inconfundible estilo apacible y una suavidad a piel de pluma que desprende este metraje atrapa desde la primera mirada, la maravillosa actriz como el carismático protagonista de los años 40 atrapan al espectador a la butaca de manera innegable, aparte de algunos segundos de flojera, el resto de la película se hace bellísima para contemplar y dejarse seducir por la belleza de los tiempos viejos y los nuevos amores de los jovenes de hoy y el ayer.