Básico, directo, confuso, dinámico, polvoriento, profundo, interesante, aparatoso, enigmático, absurdo, ridículo, pausado, intenso, irregular, previsible y sorprendente western clásico en el que el sheriff de Colorado persigue a una despiadada banda de ladrones de trenes, que se refugian en Nuevo México, territorio donde él no tiene jurisdicción.

Earl Bellamy, construye y desarrolla un relato atípico y personal, con el que se pasea con inteligencia por las inseguridades del ser humano ante las complicaciones de la vida.
Lo mejor del relato radica en la solidez del argumento y la capacidad de su director, Earl Bellamy, para manejar los tiempos y jugar con el suspense, la acción y las emociones.

La trama se sumerge en un mundo oscuro de mentiras, codicias, intereses y traiciones, que una vez salen a la luz y quedan resueltas, dejan en el aire diversos puntos para la reflexión y el crecimiento personal.
Se deja ver con facilidad y tiene el encanto de los westerns clásicos de los que poder disfrutar.

Atención al reparto, porque la sola presencia del protagonista, Audie Murphy, me lleva a confirmar que nos encontramos ante una de esas producciones que le pudieron entusiasmar a Quentin Tarantino.
La película presenta algunas irregularidades en su desarrollo y es posible que caiga en la reiteración de situaciones, pero cumple con el objetivo de entretener y llegar a emocionar.

Traición y olvido, queda como una implacable persecución plagada de intereses personales.