Mi primer contacto con esta película fue un cartel horrible colgado en un kiosko; tan cutre me pareció que pensé que era el último estreno del teatro de Lina Morgan, conocido en esta ciudad desde la que escribo por haber estrenado hitos de la dramaturgia universal como "Mellizos: por humor al arte".
Mi segundo contacto con esta película fue la lectura de las críticas a la susodicha en esta misma página. Mucho semáforo en verde de esos críticos viejunos que siempre hablan bien de sus amigos tan o más viejunos que ellos. El voto general dictaba, en cambio, "3,8".
Mi tercer contacto, anunciada como incorporación a su catálogo por una plataforma. Tras haber visto una pésima comedia española veraniega, pensé que tan mala no podría ser y decidía darle una oportunidad. Entonces entendí que hastas las pésimas comedias son buenas cuando las comparas con películas como esta, porque siendo malas no te producen un sentimiento de vergüenza ajena pegajoso que no te deja quitar ojo mientras te preguntas: ¿qué hago viendo esto?