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España España · Móstoles
Voto de lyncheano:
9
Drama Ambientada en el East End londinense durante los años sesenta. Spider, un hombre de mente frágil e inestable, después de ser dado de alta en un psiquiátrico, es ingresado en un asilo. Allí su mente va reproduciendo una parte fundamental de su infancia. (FILMAFFINITY)
22 de julio de 2009
71 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
Spider supone un paso adelante en la progresión de la obra de David Cronenberg. Si bien no es su mejor película, lo cierto es que en ella es apreciable un cambio de registro, o como hemos dicho, una PROGRESIÓN de ese registro hacia algo más allá del ''cine de la nueva carne'' que Cronenberg abanderó en sus comienzos. Normalmente, los personajes de Cronenberg buscan la catarsis a través de la descomposición carnal, mutilan y deforman su cuerpo para metaforizar y metamorfosear una evolución espiritual que rara vez llega a producirse satisfactoriamente (La Mosca, Crash, Videodrome); y sin embargo aquí, la catarsis es buscada de una forma más sutil y críptica para el espectador, más intimista tal vez, a través de la reconstrucción de una mente fragmentada que al final, una vez más, tampoco logrará su propósito. Se trata por tanto de una película inteligente, mental, minimalista, oscura y cifrada para aquellos que no sepan ver más allá de su evidente conclusión y no tan sorprendente final. Es esto lo que nos puede llevar a engaños, pues no es una película de guión, sino el estudio de un personaje cuya enfermedad mental constituye paradójicamente y por extensión el estudio de todos nosotros como seres humanos. Me refiero al engaño al que nos sometemos voluntariamente, a la asimilación de los hechos y a los filtros que impone nuestra propia voluntad (forjada a base de educación, situación social y personalidad), a los recuerdos desvirtuados y a la total imposibilidad de alcanzar un estado objetivo de percepción. Así, internado en un hospicio entre el psiquiátrico y la libertad, donde no recibe los cuidados que necesita, Spider (re)construye su propio pasado en una libreta donde escribe extraños símbolos mientras murmura en una extraña lengua. Esto es lógico, pues para levantar unos recuerdos menos dolorosos y evadirse por tanto de la realidad que compartimos los demás, (es decir, para crear su propia realidad) es necesario poseer una lengua y unos instrumentos propios (como las cuerdas entrelazadas, su pequeña libreta y su minúsculo lapicero). Así pues, Spider busca una base en torno a la que poder vertebrar sus recuerdos y poder continuar su vida, para saber quién es, o al menos poder ser alguien. Pero sus intentos son en balde, pues no consigue más que romper su burbuja de ilusión y caer hacia ese mundo que le es hostil y jamás le permitirá ser nadie. Aquí entra en juego el estudio psicológico del personaje del que antes hablábamos: la esquizofrenia, el complejo de Edipo (metaforizado en esa conversación con su madre sobre las arañas y sus crías), y la falsa sensación de ausencia de peligro que desprende alguien tranquilo, tímido y huidizo como Spider. Se podrían exponer múltiples análisis sobre la enfermedad mental que padece este carismático personaje, pero mejor hablaremos de los elementos que utiliza Cronenberg para mostrarlo en pantalla.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
lyncheano
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