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España España · Complutum
Voto de Pableras:
3
Comedia. Drama Valentín, un tipo mujeriego, soltero y egoísta, de repente, tiene que hacerse cargo de una hija a la que no conocía, fruto de una aventura ocasional. Decidido a devolverle la niña a su madre, emprende un viaje con ella a Los Ángeles, pero la convivencia con la niña acaba transformándolo en lo más íntimo. (FILMAFFINITY)
13 de mayo de 2014
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Eugenio Derbez lleva triunfando en México y Latinoamérica desde hace algo más de 20 años, encarnando a un artista cuanto menos polifacético. Si bien al otro lado del Atlántico es una auténtica estrella, no ha sido hasta el estreno de su debut en la gran pantalla (como director) cuando hemos sabido de su existencia. La película en cuestión es 'No se aceptan devoluciones' (2013), el mayor éxito latino de la historia y todo un fenómeno en Estados Unidos. Ahí es nada.

La película narra la historia de un mujeriego inmaduro y desastrado que ve de repente su vida patas arriba cuando le dejan un bebé en casa, su hija. Allá que va sin pensárselo a Estados Unidos en busca de la madre, y lo que acaba encontrando es el sentido a su vida. En resumen, una historia de padre coraje que todo lo da y todo lo sufre por su ojito derecho. El argumento es aparentemente sencillo y lineal, pero plagado de trucos baratos y giros grotescos que el Derbez guionista camufla bajo una falsa pátina de ternura y comedia. La risa, que vendría a ser lo mejor de la película, es sólo efectiva a ratos, cuando no directamente pueril y bochornosa, pero siempre de un humor tirando a facilón.

Tanto la vertiente cómica como la dramática se sienten forzadas, y uno ve sin dificultad alguna las costuras de un guión escrito con escuadra y cartabón, con un ojo puesto en la satisfacción emocional del gran público y el otro en la fórmula del éxito de multisalas, sin preocuparle lo más mínimo los medios para llevar a cabo la consecución de sus fines. Esa filosofía que desprende su manera de rodar no sólo provoca indiferencia y hastío ante las imágenes que desfilan sin pudor ante el espectador, sino que degenera en honda indignación.

No hay nada peor en el arte que sentir que te están manipulando, partiendo de la base de que el arte es manipulación de una forma u otra y que la diferencia radica en el modo en que la misma se produce. Derbez opta por la vía más fácil y hurga en la herida con insistencia y reitera con descaro la misma idea para, en escenas posteriores, aprovecharse de ello y recurrir sin cargo de conciencia al golpe bajo. La película, de factura técnica pobre y perezosa, pronto se descubre como un festival de las emociones más superficiales, del llanto fácil y la puñalada trapera, una montaña rusa de la obviedad que, lejos de encontrar una mínima redención en su (calculado) desenlace, halla la hiperbólica muestra de su rastrera condición en su escondido giro final, transformando lo que podría haber sido una conclusión arriesgada y tristemente hermosa en la artimaña final que desencaja definitivamente la mandíbula del espectador incrédulo y termina por desentrañar, si es que fuera necesario, la deshonesta estrategia empleada. En otras condiciones quizá hablaríamos de una bella historia, pero Derbez condena la película sin opción a fianza.

Un melodrama casi telenovelesco, tanto en espíritu como en acabado formal, que en lugar de ofrecer con honestidad emoción o incluso manipulación, la vende sin tapujos. Un servidor no se la compra, pues con bastante asiduidad lo barato sale caro.

http://www.asgeeks.es/movies/critica-de-no-se-aceptan-devoluciones-vender-emocion/
Pableras
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