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Voto de LaRanaDeLosCerealeS:
2
Drama Cuba, 1958. Último año del régimen de Batista. La revolución de Fidel Castro está a punto de triunfar y cuenta con el apoyo del Che. El nieto de Che, el Niño, y su abuela Beta van cada noche al teatro del barrio a ver las mágicas películas de Hollywood. Una noche, de repente, la luz se va, pues los rebeldes han volado la planta eléctrica del pueblo. Pasará un año antes de que vuelva a haber luz. Atrapado entre la lealtad hacia su ... [+]
24 de diciembre de 2009
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ese es el primer enigma que aparece en la película. ¿Quién es ese Che viejo y con un nieto que se presenta en medio de la revolución cubana como el hombre más poderoso del pueblo? Por desgracia no es el único enigma, ya que te planteas donde está Fidel Castro, qué narices pintan todos y cada uno de los personajes, dónde narices está la revolución, porque sale Gael García Bernal en la portada si solo es un “mindundi” que no sabe ni la teoría de lo que es ser rebelde y donde narices está Cuba.

Si nos quedamos con estos enigmas en una película normal, todos tendrían resultado. Pero esto no es una película normal, es un bodrio. Y como bodrio que es, todo queda suelto, sin respuesta, sin un mínimo de decencia por el pobre espectador que, en su pequeña inocencia se dejó engañar por una sinopsis prometedora de oro cinematográfico y se ha encontrado con un papel amarillo y arrugado. Incluso me atrevo a decir que ese papel estaba roto y el director lo ha pegado con celo como buenamente (quiero pensar que buenamente) ha podido, para después enseñarnos esas imágenes, diálogos, sonidos e interpretaciones inconexas entre si.

Pero lo que me molesta no es solo eso. Si no que me lo metan todo en uno de los hechos más importantes de la historia contemporánea, con un personaje con el mismo nombre que uno de los más aclamados guerrilleros de la revolución (sin entrar en politiqueos) y que apenas se nombre la historia con un policía tontorrón, un rebelde idiota y un corte de luz, que aseguran provocaron los rebeldes aunque me creo más que se cayera un árbol encima del generador y, con el coeficiente intelectual tan bajo que demuestra el pueblo, nadie hubiese sido capaz de darse cuenta.

Y ya para añadir la guinda amarga de la tarta, os aseguro que el final no tiene desperdicio. Quince minutos desviviéndome para que saliesen los créditos y me pudiese ir a la cama, a ver si me despertaba muy lejos de esa película. Pero no, me martirizaron con quince minutos de despedidas baratas, de lloros con una justificación cutre y todavía no nos hablan de Cuba. Por favor, casi vomito.
LaRanaDeLosCerealeS
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