Con aire de serie B pero actores de primera, la película es de las pocas que ahondan valientemente en uno de los temas "tabú", temas no políticamente correctos ni bien vistos, de los cuales hay unos cuantos según las presiones sociales y las modas políticas reinantes en cada época. En este caso es el tema de la posible maldad que puede haber ya, en algunos casos, en la adolescencia, e incluso antes.

Otras buenas películas que han tratado el espinoso tema son "La mala semilla" (1956, Mervyn LeRoy), o "El buen hijo" (1993, Joseph Ruben). En "La mala semilla" no recuerdo bien si sale psicólogo (creo que no), pero sí salen en ésta (magnífica Lilli Palmer), y en "El buen hijo". En ambos casos son psicólogas portadoras de los valores oficiales, que ya tienen emitidos sus juicios antes siquiera de conocer el caso concreto.

Además de Britt Ekland, Lilly Palmer y Harry Andrews, está Hardy Krüger, actor que siempre participó en buenas películas, varias inolvidables, y que, como otros varios, no tenía problema ninguno en pasar de un papel en una superproducción ("Barry Lyndon", "Un puente lejano"), a aceptar otro papel en una película modesta (de medios, no de contenido).