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Voto de El Fauno:
7
6,7
8.583
Drama
En Beirut, varias mujeres se reúnen en un salón de belleza, un microcosmos colorista y sensual. Layale ama a un hombre casado. Nisrine, que es musulmana y está a punto de casarse, tiene un serio problema: ya no es virgen. Rima se siente atraída por las mujeres. El problema de Jamel es que se resiste a envejecer. Rose ha sacrificado su vida para cuidar de su hermana que padece demencia senil. (FILMAFFINITY)
20 de enero de 2008
40 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al momento de escribir esto, ha pasado ya un día completo en el que he dejado reposar mis ideas y emociones hacía este hermoso film con atractivo cartel y aún habiendo pasado tantas horas, los pelos aún se me erizan al recordar algunos mágicos momentos de esta delicia, dignos del más avezado y exquisito de los artesanos del cine. “Caramel” es una acertadísima composición de ingredientes que harán relamerse el alma a más de uno gracias al empacho de buen cine del que habrá podido disfrutar a lo largo de la duración de la película, que en última instancia parece más bien un cortometraje de lo rápido que se le acaba haciendo a uno, similar al chocolate que se derrite al instante en tu boca nada más saborearlo y que te deja un regusto dulce y sabroso una vez ya lo has tragado.
Nadine Labaki ha creado en su ópera prima una película exquisita que no abusa en ningún momento de ningún tipo de ingrediente, ni del drama ni la comedia, sabiendo conjugar ambas de manera acertada y con buen gusto sacándote una sonrisa sincera, e incluso alguna lagrimilla provocada por los emocionantes momentos musicales que pueblan algunos de los planos y escenas más bellas que hayamos podido saborear en los últimos años de nuestro cada vez más interesante cine europeo y oriental. Todo esto no hace más que acentuar el hecho de que esta mujer se puede convertir con el paso de los años y la experiencia en una gran artesana del cine, no ya solo del cine libanés, sino europeo en general. Sabe cocinar una película de tal forma que aúne, tanto las ideas morales que aún perviven en su país, como los sentimientos eternos y universales del amor y el sacrificio que tan conocidos resultan a muchos. “Caramel” no se queda en un simple producto político que pretenda remover conciencias y polemizar eternas discusiones, sino que evade todo ese terreno tan manido por el cine europeo, y apuesta por una receta sencilla pero eficaz, juntado a un grupo de mujeres algo excéntricas, pero eso sí, muy humanas, que pueblan un micro universo hermoso y exótico, representado en los cuartos de un salón de belleza en Beirut, con el interior resplandeciente de vida y color, y la fachada y las calles, grises y estropeadas. Y por mucho que parezca que en ciertos aspectos Nadine endulza el drama espolvoreándolo con una capa de azúcar, estaría más acertado decir que lo que esta mujer hace es quitarle peso y consistencia, preservando el valor y la importancia que tiene, pero evadiendo implacablemente el melodrama mediante la introducción de inesperados y breves momentos simpáticos que ayudan a distender el ambiente. Cuando más de uno puede pensar que en determinada escena parece que Labaki va rozar el drama dulzón, la mujer nos sorprende evadiendo dicha terreno y quitándole el peso que más de un director americano le hubiese añadido si este delicioso producto hubiera caído en sus manos.
Nadine Labaki ha creado en su ópera prima una película exquisita que no abusa en ningún momento de ningún tipo de ingrediente, ni del drama ni la comedia, sabiendo conjugar ambas de manera acertada y con buen gusto sacándote una sonrisa sincera, e incluso alguna lagrimilla provocada por los emocionantes momentos musicales que pueblan algunos de los planos y escenas más bellas que hayamos podido saborear en los últimos años de nuestro cada vez más interesante cine europeo y oriental. Todo esto no hace más que acentuar el hecho de que esta mujer se puede convertir con el paso de los años y la experiencia en una gran artesana del cine, no ya solo del cine libanés, sino europeo en general. Sabe cocinar una película de tal forma que aúne, tanto las ideas morales que aún perviven en su país, como los sentimientos eternos y universales del amor y el sacrificio que tan conocidos resultan a muchos. “Caramel” no se queda en un simple producto político que pretenda remover conciencias y polemizar eternas discusiones, sino que evade todo ese terreno tan manido por el cine europeo, y apuesta por una receta sencilla pero eficaz, juntado a un grupo de mujeres algo excéntricas, pero eso sí, muy humanas, que pueblan un micro universo hermoso y exótico, representado en los cuartos de un salón de belleza en Beirut, con el interior resplandeciente de vida y color, y la fachada y las calles, grises y estropeadas. Y por mucho que parezca que en ciertos aspectos Nadine endulza el drama espolvoreándolo con una capa de azúcar, estaría más acertado decir que lo que esta mujer hace es quitarle peso y consistencia, preservando el valor y la importancia que tiene, pero evadiendo implacablemente el melodrama mediante la introducción de inesperados y breves momentos simpáticos que ayudan a distender el ambiente. Cuando más de uno puede pensar que en determinada escena parece que Labaki va rozar el drama dulzón, la mujer nos sorprende evadiendo dicha terreno y quitándole el peso que más de un director americano le hubiese añadido si este delicioso producto hubiera caído en sus manos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Cabe destacar también la interpretación de Nadine, que se revela, no solo como una interesantísima y avezada directora sino además como una muy notable interprete, calcando su rol y ayudando a las demás actrices (no profesionales) a naturalizar y conocer el suyo. Esto no quiere decir que su personaje sea necesariamente el más rico, porque todos tienen interesantes conflictos, pero sin duda el que más llama la atención, especialmente por la decisión final que toma al término de la película, es de la anciana Rose, cuya vida ha visto malgastada, sacrificada y condenada a la soledad por el deber moral que se impone a sí mismo de cuidar de su hermana mayor, enferma y trastornada. Precisamente es esta historia la que confirma el hecho de que la película en absoluto pretende dar esperanza a sus criaturas. La historia de Rose es sin duda la más triste de todo el film y su escena, desmaquillándose ante un espejo mientras los gritos de su hermana resuenan tras la puerta, es sin duda una de las más escalofriantes. Un servidor sería capaz de situarla a la altura de la mismísima Glenn Close de “Las Amistades Peligrosas”. No resulta casual por tanto que la directora decida poner fin a su película con un plano de estas dos hermanas que resulta un tanto desolador y triste en fuerte contraste con el optimista y colorido comienzo del que hace gala. Por supuesto esto es una valoración personal, y cada uno lo apreciará de manera diferente.
En el termino formal, la obra respira naturalidad y belleza, ya no solo en su fotografía, (detallista y colorista en interiores, y austera y realista en exteriores, bañando todo de un color crema especialmente latente en la icónica ventana redonda del salón de belleza), sino además en su sorprendente y sabrosa banda sonora, que sin duda hará las delicias de más de algún melómano coleccionista de bandas sonoras de calidad. Hermosas, tanto las composiciones propias a cargo del marido de Nadine, Khaled Mouzanar, como las canciones elegidas para plasmar algunos de los momentos más destacables de esta hermosa cinta, especialmente una conversación telefónica, que viene a representar el derroche de buen gusto y ternura que tanto caracterizan el deslumbrante y delicioso debut de esta prometedora directora libanesa, justísima ganadora del premio de la Juventud y del Público en el Festival de San Sebastián y revelación en el renombrado Festival de Cannes. Que no os asombre que el nombre de Nadine Labaki resuene alto y claro en años venideros.
En el termino formal, la obra respira naturalidad y belleza, ya no solo en su fotografía, (detallista y colorista en interiores, y austera y realista en exteriores, bañando todo de un color crema especialmente latente en la icónica ventana redonda del salón de belleza), sino además en su sorprendente y sabrosa banda sonora, que sin duda hará las delicias de más de algún melómano coleccionista de bandas sonoras de calidad. Hermosas, tanto las composiciones propias a cargo del marido de Nadine, Khaled Mouzanar, como las canciones elegidas para plasmar algunos de los momentos más destacables de esta hermosa cinta, especialmente una conversación telefónica, que viene a representar el derroche de buen gusto y ternura que tanto caracterizan el deslumbrante y delicioso debut de esta prometedora directora libanesa, justísima ganadora del premio de la Juventud y del Público en el Festival de San Sebastián y revelación en el renombrado Festival de Cannes. Que no os asombre que el nombre de Nadine Labaki resuene alto y claro en años venideros.