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Voto de Rick el acomodador:
6
Documental Mikhail Gorbachev, expresidente de la URSS y principal responsable del final de la Guerra Fría, entabla una larga conversación con Werner Herzog. Durante horas, ambos debaten sobre los sinuosos caminos de la historia mientras reflexionan sobre cuestiones inherentes al ser humano. (FILMAFFINITY)
29 de noviembre de 2019
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La “Perestroika (перестройка)” significa eso, reestructuración. Así se denominó la reforma económica que inició el “hombre de la mancha en la frente”, en cuanto tomó el poder como Secretario General del Partido Comunista Soviético. Pretendía desarrollar una nueva estructura de la economía interna de la Unión Soviética, y fue llevada a la práctica en la totalidad del inmenso territorio soviético. Fue el principio del fin de la Guerra Fría.

Gorbachov retiró las tropas de Afganistan y colaboró con EEUU en la primera Guerra del Golfo, tras la invasión no justificada de Sadam Hussein en Kuwait. Permitió la eliminación de la alambrada húngara con occidente, la caída del muro de Berlín, la reunificación pacífica de Alemania, y la consecuente independencia de los países soviéticos.

Lech Walesa fue, en cierta medida, su precursor polaco, y Chernobyl una dura lección imposible de aprobar. Impulsor del desarme nuclear con Reagan, incansable discutidor con Shutz, Kohl y Thatcher en aquellos años que cambiaron el mundo… Su tragedia, no haber podido culminar su visión de una Europa del Este integrada en una Europa única a una sola velocidad..

Puede que Herzog no meta sus dedos en llagas soviéticas que los compatriotas de Gorbachev no están dispuestos a dejar cicatrizar en su memoria, pero no son llagas relevantes para el resto del mundo occidental comparadas con los logros de este personaje relevante y esencial en la historia del mundo en el siglo XX.

Es un documental lineal, didáctico, convencional, pero consigue plasmar, no sólo el genio político de Mijaíl Serguéyevich Gorbachov, y su fascinante trayectoria vital, sino su talante personal. Su determinación ante el intento de golpe, por ejemplo. Su espíritu autocrítico con su equivocada tolerancia hacia Yeltsin, sobre los efectos de la desmantelamiento de la URSS, y su comprensión hacia los que lo consideran un “traidor a la patria”. Sus emociones, que muestra sin disimulo, casi sin filtro alguno, ante el amigo alemán. El dolor sin fecha de caducidad desde que su mujer, Raisa, muriera: “Cuando Raisa murió, me quitaron la vida”.
Rick el acomodador
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