Parezco ser de los pocos que se han sorprendido y han disfrutado de esta tragicomedia concebida y realizada para consumo interno, o para espíritus afines que empaticen con la idiosincrasia y el subrealismo napolitano.

Sí, por supuesto que es excesiva, tosca, estridente y hasta de una estética ciertamente hortera ¿Y no lo era “Gomorra”? Es sólo que “Gomorra” - a la que la propia película cita y homenajea en una de sus mejores secuencias -, intentaba contar la historia en serio, en su más extrema crudeza, mientras que “Ammore e malavita” opta por el extremo contrario: el de su humor negrísimo y descontrolado, comenzando por la propia naturaleza napolitana.

Por eso no deja al margen los mil paisajes napolitanos que nos muestra la cinta, ni la mafia, ni los amores trágicos e imposibles, ni las motos, ni los turistas, ni la mala vida de los malos, ni la cobardía, ni la traición, ni los funerales, ni el rosario, ni los sicarios, ni las playas, ni las lanchas, ni el puerto con sus torres de contenedores, ni, por supuesto, el que todo napolitano crea llevar dentro a un tenor o a una soprano…

No podría haberse abordado esta propuesta sin que todos canten… ¿Quién no canta en Nápoles? Y claro que no es un musical y que la mayoría de las canciones son cutres y hasta pobres versiones de éxitos de lo más kitsch.

- ¿Cómo va a ser autoindulgente si no deja títere con cabeza? Ni los Manetti se toman en serio a sí mismos y arriesgan todo lo posible en guión y dirección, a costa de pasarse de frenada.

¿Fallida? Conseguir 5 Premios David di Donatello: incluyendo mejor película, y habiendo sido nominada en 15 categorías, no está al alcance de cualquiera. Ni siquiera de los críticos que la han denostado sin comprenderla. Haría bien Filmaffinity en incluir alguna crítica del país de donde son originarias las películas.

Claro que la propuesta es irregular e imperfecta, y hasta pasada de metraje, pero qué gran ejercicio aborda con descaro y sin complejos: Reírse de su propio sentido trágico de la vida.