Que las películas de acción tengan acción, no tiene nada de malo. Un poco de ficción tampoco cae mal. Pero cuando la acción se inscribe en un contexto determinado, no sobra que los productores investiguen un poco más para ajustarse a la realidad. Esta película aunque en términos generales acierta en que muestra algunas facetas reales del conflicto colombiano, como por ejemplo los nexos entre algunos militares y los grupos al margen de la ley, o los famosos "falsos positivos" (ataques terroristas autoinfligidos por los militares), en algunos otros detalles causa a veces molestia, a veces gracia y a veces indignación. Así por ejemplo, Bogotá la capital de Colombia, es en la película un sitio veraniego en el que todo el mundo usa ropa ligera (Ahora mismo no hay más de 7 grados centígrados de temperatura). Todos los colombianos tienen acento cubano y todos (contadas excepciones) hablan inglés. El camuflado de los paramilitares es gris (tremendo camuflado para la selva). Washington recibe órdenes de Colombia (raya en lo surrealista). Por supuesto, se dicen también un par de verdades. Dos diálogos entre marines, me causaron curiosidad: "estos soldados son profesionales" -exclama uno. El otro responde: "Nosostros los entrenamos". Otra joya: "¿crees que puedas burlar la seguridad del edificio" El otro marine responde: "Sí, nosotros les vendemos los protocolos de seguridad." Triste, pero cierto. Finalmente dos detalles que me llamaron la atención: En una escena, un paramilitar derriba al marine y le dice (en inglés, claro) "Todos los gringos se creen Rambo" y el marine le mete una bala en la cabeza y le responde: "Prefiero a John McClane". Buena (excelente!) la bromita del guionista de ponerle al jefe de los paramilitares el nombre de Álvaro.