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España España · CIUDAD REAL
Voto de REXMUNDI:
6
Comedia Siglo XVII. Cuando Jennifer, acusada de brujería, está a punto de ser quemada en la hoguera, lanza una maldición sobre su acusador: todos sus descendientes serán infelices en sus matrimonios. En 1942, Wallace Wooley, al tiempo que se presenta como candidato a gobernador, está preparando su boda con la presumida de Estelle Masterson. Un rayo golpea el árbol junto al cual fue quemada la bruja y ésta cobra vida. Desde entonces, intentará ... [+]
17 de diciembre de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es curioso que uno de los pilares sobre los que se constituye la actual comedia romántica americana lo proyectara un francés. René Clair pasó como tantos otros los años de la guerra en Hollywood, aunque luego regresase también como otros tantos a Europa. Y a tenor de este famoso título, se supo adaptar muy bien a su nuevo público sin perder su personalidad liberal, "francesa" que diría un americano.

El matrimonio es tratado de un modo mordaz, y el director sabe manejar las críticas veladas a las costumbres e instituciones americanas sin resultar grosero. Para ello, bien es verdad, que ayuda el hecho de manejarse en los terrenos de la comedia. Por desgracia el tono general de la película resulta hoy un tanto anticuado, pero es valorable la enorme influencia que ejercería en un género tan americano. Me refiero por ejemplo al elemento fantástico, no como hasta entonces con el acento milagrero y puritano, sino con el uso de lo perverso y lo prohibido como motor de los acontecimientos. No falta tampoco, quizás lo mejor de la cinta, las bodas imposibles y locas cargadas de carcajadas, o la huida hacia adelante de los personajes ante los problemas. Todos estos aspectos, y otros, los vemos desde entonces repetidos en multitud de comedias americanas. Y tampoco faltan elementos instalados en el cine desde mucho antes de la llegada del francés, como el enredo y los equívocos, la sátira y los dobles sentidos de la mejor comedia loca.

Aparte queda comentar el uso de los efectos especiales que aún hoy no han perdido su gracia y que beben del mismo Méliès, a quien Clair siempre admiró. Lástima que con tantos argumentos a favor, no me acabe de convencer Fredric March, y el pelo desmelenado de Veronica Lake no sea hoy tan incitador, o que por momentos la película no logra más que hacernos sonreír que ya es bastante. Clair, tan grande como fue en su día, no es hoy un Renoir, ni tiene el encanto de Carné o Feyder, ni la fuerza de Clouzot, Bresson o Becker, por mucho que queramos hoy recuperarlo. No obstante dibuja bien lo que fue el cine francés antes de la "Nouvelle Vague" y esta película es de obligado visionado para cualquier cinéfilo... o para cualquiera que quiera pasar un buen rato.
REXMUNDI
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