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Voto de Melón tajá en mano:
7
Drama Verano de 1943. En un lugar de la Francia ocupada, no lejos de la frontera española, vive retirado un viejo y famoso escultor que se siente hastiado de la vida y de la locura de los hombres. Ya nada es capaz de animarle, de servirle de estímulo. Sin embargo, con la llegada de Mercé, una joven española que se ha fugado de un campo de refugiados y que le servirá de musa, renace en él el deseo de volver a trabajar y esculpir su última obra. (FILMAFFINITY) [+]
27 de septiembre de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Solo dos años después de la aplaudidísima ‘Chico y Rita’, Fernando Trueba reaparece en nuestras carteleras con ‘El artista y la modelo’. En su decimoquinto largometraje el director madrileño aborda la relación entre el artista (un famoso escultor retirado) y su musa (una ex refugiada española) durante la II Guerra Mundial.

‘Cuerpos así ya no se hacen’, sentencia el protagonista masculino encarnado por Jean Rochefort, que busca su inspiración en el desnudo rotundamente perfecto de Aída Folch. Trueba nos susurra su película al oído como si fuera un secreto inconfesable, algo de lo que no debiera enterarse demasiada gente. Efectivamente ‘El artista y la modelo’ no es una película para reventar taquillas ni el negocio de las palomitas.

La trama camina sigilosa. A ratos firme y decidida, a ratos también cansina. Asistimos expectantes y más o menos hipnotizados al detalladísimo vaivén emocional de un artista durante su proceso creativo, a la necesidad neurótica de un genio ocupado en sus creaciones y despreocupado hacia una guerra que no va con él.

‘Mientras queden patatas, esperaremos en una esquina’. El filme cuenta con numerosos diálogos que alcanzan niveles poéticos de gran calado didáctico y sensorial, pero también con ciertos silencios que resultan incómodos y forzados. Algunos recursos visuales para abrir y cerrar escenas no concuerdan con la elegancia que impera a lo largo del metraje.

La ausencia de música hasta el ultimísimo plano sí es un grandioso acierto, más aún teniendo en cuenta el buen oído de un director tan apasionado con la música como Trueba. La pieza es extremadamente delicada, pero puede que Trueba se haya recreado más en la idea que en el desarrollo de la misma.

Aunque el montaje, el texto, la puesta en escena y lo arriesgado de la propuesta invitan a la satisfacción, esta no se alcanza en plenitud debido a un ritmo excesivamente pausado y a unos personajes secundarios que no acaban de tomar forma. Planea sobre esta película la angustiosa percepción de que los personajes interpretados por Chus Lampreave y especialmente Claudia Cardinale requieren más protagonismo del que tienen.

Es posible que ‘El artista y la modelo’ peque de cierta pedantería afrancesada, pero tal y como se han puesto las cosas en el cine español conviene reconocer (una vez más) la hermosura y la valentía de cada una de las intenciones de Fernando Trueba, un autor que bucea contracorriente, un artista demasiado inteligente para ser modelo en un país sumergido.
Melón tajá en mano
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