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Voto de FATHER CAPRIO:
8
Drama. Romance París, 1900. Marie, una bella prostituta, es la amante de uno de los hombres de la banda de Felix; pero, sorprendentemente, acabará encontrando el verdadero amor en un sencillo carpintero. Su amante, celoso, lo provoca, y ambos se enzarzan en una terrible pelea. (FILMAFFINITY)
16 de noviembre de 2009
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
El duelo entre realidad y ficción acaba en empate. Entre los hechos realmente acaecidos y los filmados por Becker no hay sutiles diferencias. Nada de eso. Hay diferencias sustanciales. Y aunque me voy a contener bastante para no restar interés a quienes no hayan visto el film, de entrada digo que pareciendo dos historias muy distintas, ambas, la real y la encorsetada en el guión, son realmente apasionantes y tienen en común dos elementos básicos: El amor y los bajos fondos.

Becker pone el acento en el amor y la realidad, siempre más agresiva, lo pone en las rivalidades entre las bandas callejeras que se movían al amparo de la prostitución y el alcohol a finales del XIX, pero nada se entiende sin la combinación de ambas circunstancias. Una mujer real, Amélie Hélie, fue capaz de convulsionar la noche parisina. Las bandas rivales "Le Popincourt" y "Les Orteaux" se enfrentaron por ella en la rue des Haies y es que Amélie, cuentan las crónicas, era una despampanante rubia capaz de llevar a la perdición a cualquier hombre y precisamente eso fue lo que hizo con los líderes de las bandas rivales, perdidamente locos por ella, llevarlos al penal de Saint Martin de Ré.

En la película Simone Signoret interpreta a Marie, Amelie a todas luces, mujer fatal en toda la expresión del término y por partida doble. La Signoret, a la que reconozco unos ojos como para perderse en ellos, derrocha curvas en demasía y quizás no es la rubia barbie superstar que uno esperaría encontrar. Sin embargo, Becker trata bien a su personaje y le da sentimientos y coraje para afrontar un destino duro e inexorable. En este sentido Simone Signoret resulta la actriz perfecta para el papel.

Por su parte Reggiani, a quien recordaba recientemente por su excelente trabajo en Le doulos de Melville, tampoco daba la talla de mafioso puro y duro, pero igualmente el director francés lo rescata para el "club de la buena gente" y redimiéndolo de malos pasos anteriores lo enrola en el gremio de la carpintería, donde parece encontrarse más a gusto o al menos esa es la impresión que sacamos los espectadores. No obstante, ser buena gente, no significa no tener arrestos y lo que hay que tener y en este sentido, Reggiani demuestra su talento con una interpretación memorable.

Y el fatalismo, el mismo que dirigía la orquesta en La bestia humana de Jean Renoir, maestro de Becker, aquí parece marcar el curso de unos acontecimientos que, así lo percibe el espectador, solo tienen un final posible.

De lo mejor de Jacques Becquer.
FATHER CAPRIO
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