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Voto de FATHER CAPRIO:
8
Drama Narra tres historias con un marcado aire sobrenatural en los que el destino tiene vital importancia. En la primera una mujer no muy agraciada físicamente recibe una máscara que la convierte en una bella dama, en la segunda un hombre recibe un trágico augurio, y en la última un trapecista presiente su propio final. (FILMAFFINITY)
22 de septiembre de 2008
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
No consigo adaptarme del todo a las películas-sketchs. Su oferta suele ser, o bien variaciones sobre un mismo tema, en el mejor de los casos, o reuniones cinematográficas de un grupo de directores para hacer “un trabajito” común, aportando lo que cada uno tiene, de su padre y de su madre.

Los sketchs se asocian con brevedad. Y la brevedad suele dejar demasiados cabos sueltos. Por otra parte, en las diferentes historias también suele haber diferentes calidades, por lo que el conjunto del film acaba perjudicado. Pero Flesh and Fantasy de Duvivier, sin derrochar perfección se salva de esta quema especialmente por dos razones: Por el tema argumental y por sus actores.

El tema argumental, las predicciones y el lenguaje de los sueños, no puede, porque no las tiene, dar respuesta a las preguntas planteadas, de ahí que necesariamente habrán cabos sueltos que los espectadores deberán llenar, cada cual según su condición y forma de pensar. Por otra parte, no es fácil de encontrar un conjunto de actores tan completo en una misma película, en papeles de primer orden y haciéndolo especialmente bien, todos ellos, desde Edward G. Robinson hasta Charles Boyer, pasando por figuras de la talla de nuestra Barbara Stanwyck o mi admiradísimo Thomas Mitchell.

El primero de los sketchs es, con diferencia, el más endeble, con un aire Cenicienta y zapatitos de cristal que sabe demasiado a cuento de hadas y que nos pone en guardia respecto al resto de historias por venir. Pero no, el segundo sketch, quiromancia incluida, consigue crear un clima de suspense y misterio que engancha al espectador y no lo suelta hasta su instante definitivo e impredecible. Probablemente no sea ajeno a tanta calidad la novela base de Oscar Wilde.

El tercer sketch, innecesariamente enlazado con el anterior plantea el fatalismo, o no, de los sueños premonitorios. Las respuestas no son tan sencillas y Duvivier no cierra el tema. Deja la respuesta en el viento. Lo que no está en el viento, todo lo contrario, es la buena interpretación de Charles Boyer a quien nunca consigo encajar en papeles de cartujo como en El jardín de Alá (junto a Marlene Dietrich), pero que está perfectamente reconocible en papeles tipo “bon vivant”. A Barbara Stanwyck le he dado ya tantos laureles que empiezo a repetirme. La brevedad del papel quizás no la permite lucirse como acostumbra, pero aún así lo hace bien.

Por último, me detengo en la fotografía de una pareja de lujo, especialmente Stanley Cortez quien fue el artífice de aquella genialidad foto cinematográfica que fue La noche del cazador de Charles Laughton
FATHER CAPRIO
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