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España España · sevilla
Voto de Jlamotta:
6
Drama Senada, la madre de una familia gitana que vive de la chatarra, comienza un día a sangrar y a tener fuertes dolores en el estómago. En el hospital le comunican que ha tenido un aborto espontáneo, y le recomiendan una urgente intervención quirúrgica, pero al carecer de cobertura sanitaria, no puede ser atendida. Su marido, Nazif, tratará de encontrar durante esos días más chatarra para vender, y lograr los 500 euros que cuesta la operación. (FILMAFFINITY) [+]
9 de noviembre de 2013
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Hay películas cuya función u objetivo es no permitir la interacción entre ella misma y su público, busca aislarlo de forma consciente para que no participe de su discurso y pueda valorar las imágenes y su historia desde su específica posición. No todas las películas, ya sea por temática o simplemente por nacionalidad, deben ser tratadas de la misma manera, pues la presentación de mundos ajenos al nuestro las pueden hacer distantes, remotas, en algunos casos incomprensibles. Y eso está bien. Porque nosotros, en nuestra posición acomodada (sobre todo en comparación con los protagonistas de la película), no tenemos porque entender el drama de una familia de gitanos cuyo único sustento es la venta de chatarra y para los que tener luz ya es todo un acontecimiento. Como tampoco son fáciles de comprender las tribulaciones de Barry Lindon en Barry Lyndon (Stanley Kubrick, 1975), de los mutantes de X-Men en X-Men: First Class (Matthew Vaughn, 2011), así como el mundo frío y tecnológico de Blade Runner (Ridley Scott, 1982). Son entornos extremadamente diferentes al nuestro, contextos que jamás hemos poblado y que requieren un esfuerzo extra de comprensión mental. Por eso, lo importante y lo primordial en una película siempre serán los personajes. No importa cuantos años pasen y lo que avance la tecnología cinematográfica. Su drama será eternamente el nuestro. Su deambular por ámbitos extraños no importa tanto como el tratamiento de su personalidad y su sufrimiento, un elemento común para todos los mortales. Danis Tanovic busca esto mismo con Epizoda u zivotu beraca zeljeza porque sabe que su propuesta no es universal, sino que sus bases están enraizadas en un país y una situación muy concreta. Es por ello que el director bosnio, acertadamente, elige contar su historia utilizando un estilo documental ficcionado minimamente que consiste en dar algunas directrices básicas a sus actores no profesionales. La cámara capta la asombrosa naturalidad de los personajes con la misma precisión de la que hacen gala los documentales de animales o de naturaleza. Nazif, Senada y el resto se mueven lentamente de un lado para otro buscando la solución a su problema, hablando lo justo y necesario, ejerciendo sus labores con una dignidad fascinante. El crudo realismo de sus acciones y las furtivas miradas a cámara de las niñas pequeñas consiguen lograr una cohesión chocante, pareciendo que los observados somos nosotros y no ellos. La película nos presenta el día a día de Nazif Mujic primero y de Senada Alimanovic y las niñas después. Son pobres, viven en condiciones penosas y su objetivo es simplemente sobrevivir. Ambos saben donde reside la verdad de su vida, la importancia de su existencia:el interior. No me refiero a patrañas como el interior del alma humana. Esta película no va de eso. Sino de, literalmente, el interior de la cosas. La leña extraída de los árboles, la chatarra de los coches, los motores de los vehículos que sirven para alumbrar su casa tras un corte de luz, etc. No hay lugar para el artificio ni la imagen vacía. Aquí nada sobra, todo es útil para respirar un día más. El reciclaje cobra un nuevo sentido, las necesidades reales y el valor de lo práctico alcanzan cotas de cuantía extrema.

Epizoda u zivotu beraca zeljeza es precisamente eso, un episodio en la vida de un chatarrero. Ni más, ni menos. Es un retrato del que cada uno puede sacar las conclusiones que quiera, a pesar de que Tanovic construye un par de momentos algo maniqueos y ligeramente forzados, cuya sutileza y cuidado verismo se diluye brevemente en favor de una denuncia social fácil que no hacía falta, pues las imágenes son tan clarividentes como expresan los ojos de los protagonistas. El film, como buen retrato, permite algunas reflexiones sobre la sanidad, la burocracia o el papel de los desamparados por la sociedad. Pero particularmente, lo que más me ha llamado la atención de la cinta es la actitud honesta y honorable de Nazif, amigos y hermanos. Nadie roba en esa comunidad. Nadie. Todos son prácticamente mendigos, pero en ningún momento se plantean la idea de dar un golpe, caer en la delincuencia, beneficiarse del daño a otras personas. No. Ni siquiera cuando Nazif requiere urgentemente una considerable cantidad de dinero para operar a su esposa. Se buscan la vida. Se ayudan entre ellos, como la comunidad que son, venden su piel si hace falta, pero algo tan típico de otras producciones sobre los bajos fondos como es la criminalidad, aquí ni se plantea.

Sigo en spoiler sin ser spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jlamotta
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