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España España · sevilla
Voto de Jlamotta:
7
Ciencia ficción. Acción En un futuro no muy lejano, invade la Tierra una raza de extraterrestres invencibles. Al Comandante William Cage (Tom Cruise), un oficial que nunca ha entrado en combate, le encargan una misión casi suicida y resulta muerto. Entra entonces en un bucle temporal, en el que se ve obligado a luchar y morir una y otra vez. Pero las múltiples batallas que libra lo hacen cada vez más hábil y eficaz en su lucha contra los alienígenas. Su ... [+]
29 de mayo de 2014
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
En pleno 2014, creo necesario lanzar una rápida mirada atrás en el tiempo para desmenuzar las claves del éxito del llamado séptimo arte. Seré breve. El cine nació de la ambición del hombre por filmar la realidad. El primer film de la historia, Salida de los obreros de la fábrica, de los hermanos Lumiere, no es más que eso, un grupo de obreros saliendo de una fábrica. Igual que La llegada del tren consistía, literalmente, en mostrar la llegada de un tren a la estación de La Ciotat. En ese momento, el cine se alimentaba de la propia realidad, sin necesidad de ficcionar absolutamente nada. Más adelante, las adaptaciones teatrales y literarias eran incluso más frecuentes que los argumentos originales. Tanto, que se tuvo que crear una sección específica para ello en los premios. Es decir, el cine se surtía de las otras artes para su desarrollo y expandir así su público potencial. Y nadie veía nada raro en ello. Incluso era una forma de "culturizar" un medio joven e inexperto. Con los años, la cinematografía se transformo en una especie de esponja que absorbía todo aquello que podía para su uso:biografías, cómics, atracciones, hechos históricos. Pero llegaron los videojuegos. Y, con ellos, la controversia. Lamentablemente, aún hay muchos sectores que consideran a los mismos como un arte menor, reservado únicamente para niños y adultos con síndrome de Peter Pan. Evidentemente, estos argumentos son esgrimidos por gente que jamás ha llorado con la saga Metal Gear Solid, que no ha tenido la ocasión de maravillarse ante la inmensidad y riqueza de los mundos de Final Fantasy o de divertirse como un enano con cualquier Sonic o Super Mario. Son personas que desprecian sin catar, que opinan sin conocimiento de causa, convencidos de su superioridad intelectual por el simple hecho de no haber tocado en su vida el mando de una consola. Ciertamente, horribles adaptaciones a la gran pantalla como la saga Mortal Kombat, Resident Evil o Tomb Raider no ayudaron demasiado. Otra cosa son las películas sacadas directamente a vídeo, como Street Fighter, Fatal Fury o Tekken, donde la calidad era en algunos casos incluso notable. Pero estas no llegaban a los críticos. Y en esas aparece Edge of Tomorrow, adaptación de un manga de Hiroshi Sakurazaka. No de un videojuego, de un manga. Sin embargo, si he soltado el tocho anterior es debido a su semejanza estilística con Edge of Tomorrow. Porque Doug Liman adapta las cualidades de dicho medio a su película con un resultado muy distintivo. A modo de "shooter", seguimos las andanzas de Tom Cruise en una espiral de acción sin fin, con un agilidad narrativa altísima y una sensación endemoniada de vértigo debido al efectivo uso tanto del montaje como del sonido. Inclusive hay momentos donde se exige tanto aguante al espectador que este acaba cansado, extenuado, desbordado, sin aliento. Pero no harto. Ni mucho menos. Es una montaña rusa con pequeños parones para coger aire pero, cuando menos te lo esperas, ya estás en marcha otra vez. Y mueres con Cruise. Y vives con Cruise. Y mueres. Y vuelves a resucitar. Como en un checkpoint eterno. Y ojo, entiendo a quien le sature este tipo de planteamiento tan físico, pero que eso derive en una crítica destructiva a los videojuegos (que las hay) es una completa estupidez. Como apunté al principio del artículo, el cine se nutre de todo lo que puede, y la mezcla entre este y los videojuegos puede ser muy beneficiosa si cae en las manos adecuadas. Porque estos últimos son, pese a quien le pese, un arte.

Tras films muy menores como Jumper o Mr and Mrs Smith, Doug Liman da con su mejor versión desde 2002 con The Bourne Identity. Suyo y de su equipo técnico es todo el mérito referente a la acción, poderosa hasta decir basta, construyendo escenas de largo recorrido, donde empalman impacto tras impacto, emoción tras emoción, en pos de conseguir impresionar al espectador. Algo que logran holgadamente. Realmente, cuando se presencia buena acción en los últimos en los que se suele pensar es en los guionistas. En este caso, veo justo detenernos un poco en Christopher McQuarrie, Jez Butterworth y John-Henry Butterworth (amén desde luego del autor del material original, Hiroshi Sakurazaka). Destacando a McQuarrie, autor de los excelentes libretos de The Usual Suspects, Valkiria o Jack Reacher (corramos un tupido velo con The Tourist y Jack the Giant Slayer). Da la sensación de que han ido todos a una en cuanto a los objetivos principales de la película. El argumento tiene similitudes con Matrix, Groundhog Day e incluso Memento en algunas partes. Pero, afortunadamente, a pesar de contar con una trama aparentemente enrevesada, solo se deduce de ello en el apartado visual, pues en el narrativo queda muy claro que no pretenden inventar la penicilina. Su trabajo es hacer que la acción no devore la humanidad de la película. Construir, a base de detalles (tampoco hay mucho espacio para ello), una historia con la que nos podamos identificar y justificar, en buena parte, el festival de tiros. No es difícil, pues el personaje de Cruise solo puede evolucionar y acabar en un estado diferente al presentado. A pesar de tratarse de ciencia-ficción, probablemente el género más complicado para generar empatía, la simpática descripción de un protagonista torpe que se siente un pez fuera del agua es acertada.

Sigo en spoiler sin ser spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jlamotta
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