Partiendo de la base de que yo respeto a cada uno con su tendencia, tanto en el pensar, como en el vestir como en el hablar, esta serie me parece degradante.
Nos pone a la juventud como una pandilla de pijos, superficiales, malhablados, con el cerebro inundado de sexo a todas horas, pasotas y otras lindezas. Es la típica serie que quiere llamar la atención desde el punto de vista del despropósito a todo el mundo, donde el más borde es un ídolo y donde el más normal es un marginado sin personalidad. Nos pintan los estereotipos de la juventud como una pandilla de chonis y chulos, que se lían todos con todos sin pensar, sólo porque las ganas aprietan y donde la autoridad, en este caso padres y profesores, importan un bledo porque son "viejos" o están desfasados o no les entienden.
Y dejando de lado lo megaguay del título (con k de kilo) donde han querido meter el lenguaje de sms con calzador, la serie me parece una mierda pinchada en un palo.
Y si, que no estudian, solo hablan, "kantan", mienten, follan y bailan, porque si eres joven y no eres cantante, actor(malo) o bailarín no eres nadie ni molas.
Yo soy joven, no se cantar ni actuar pero si bailar y, desde luego, cualquier parecido con la tiparraca protagonista es pura coincidencia (aunque tampoco me dedico a ello profesionalmente)
Quién sabe, si el vez de estar pringando en la universidad unos cuantos años me hubiese dado por el baile, quizá ahora estaría pintando grafittis y explotando pompas de chicle en la cara de mis padres y mandando a mi vieja a tomar por el saco como la protagonista.
Ya está bien de que se caricaturice a la juventud de este país, que hay excelentes actores, bailarines, cantantes y JOVENES y no se representa en ningún momento más que a un sector minoritario (o eso espero porque a mí las estadísticas....) Esto sólo es comercio y audiencia fácil, relaciones empaquetadas para consumir sin digerir, carnaza para el cotilleo, morbo por el morbo y personajes estereotipados y de cartón piedra.
A ver si alguna televisión intenta tomar en serio a los jóvenes o, al menos, no vender la moto de que nos refleja.