Película independiente que trata de plasmar una situación inaudita.

En la línea de "Lo que no se ve", cuenta la historia de lo que significa no tener una cabida o un gancho en este mundo cuando tu único vínculo o motivo para encajar se pierde. Una chica se vuelve invisible para los ojos de toda la gente a raíz de la muerte de su madre.

Sobrevivirá hasta su edad adulta pero nadie ya podrá verla ni oírla, excepto un boxeador un poco más mayor que ella y fracasado al que conocerá sin querer y que será su único amigo.

El vínculo de una persona casi desaparecida o muerta con otra persona con la que tiene asuntos pendientes se repite aquí de nuevo, con un croquis diferente a "Lo que no se ve". El asunto pendiente podría ser el pasado del boxeador, pero todo se pierde en un intríngulis diferente, más lleno de luz, no impregnado de muerte como aquella película de Justin Chatwin & Margarita Levieva.

El reparto está formado por una Olivia Thirlby demasiado apática, Alan Ritchson con una actuación descafeinada es el único que sobresale en cierto modo y Megan Fox persistiendo en su papel de mujer hermosa, sexy y fatalmente interesada en un hombre.

Es esta una película con un drama límite, entre "Ghost" y "Lo que no se ve", pero realmente más cercano a una película de esas románticas donde poco a poco todo se hilvana, y se hilvana con una idea. La del ¿Por qué?

El por qué estamos aquí o por qué no.

No diré que sirve como catalizador de nada más que para pasar una buena hora y media y pensar lo afortunados que somos, pero sí que se puede perder ese tiempo viendo cosas peores.

De lágrima fácil, frustración asegurada, diálogos profundos y final impredecible en cierto modo, esta película es una pequeña página escrita más sobre el género de suspense y misterio.