El primer y principal ingrediente que invita a ver este largometraje es que está basado en un hecho real. En realidad está basado en los crímenes que cometió un asesino múltiple en la década de los sesenta apodado "El Flautista de Tucson".

Ciñéndonos a la película, supongo que un brillante inicio junto con una banda sonora impactante te hacen relamerte los labios esperando un auténtico festival de entretenimiento, pero la cinta no muestra más allá de la forma de pensar y actuar de este psicopata entre el primer y último asesinato, destacando, de forma algo monótona, las interacciones y/o amoríos con los demás personajes que intengran el desolador escaparate que recrea un pueblo con poco o nada de encanto, aunque el conjunto final no desmerece.

Y es que hablamos de un tipo que tuvo un antes y un después de los crímenes cometidos. Y aunque su pasado antes de los crímenes no fué algo para resaltar en la pantalla grande, su desarrollo posterior después de los asesinatos podría haber servido para eliminar parte de ese metraje anodino y haber añadido una minutada que sin duda le habría dado mayor empaque e interés a esta película.

Explico en spoiler lo que nunca se contó en la película