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Voto de Replicántropo:
8
16 de noviembre de 2018
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces conviene descansar de películas que pretenden cambiar el eje de rotación del planeta Cine con rompedoras propuestas argumentales o estéticas. A veces apetece dejarse llevar por una historia contada con buen gusto, sutileza y elegancia; virtudes no desdeñables cuando de una historia de amor juvenil (con la volcánica pasión que se les atribuye) se trata.
Esta es una de esas veces en las que el guión tiene clarísimo qué desea contar, la dirección prescinde de toda distracción para centrarse en la parénquima emocional de sus protagonistas; y estos defienden sus personajes con talento, aguantando larguísimos planos con solvencia y naturalidad, que también encontramos en las sensuales escenas que comparten.
La película deja caer sus historias ofreciendo al espectador la oportunidad para completarlas según lo que nos sugiera cada protagonista; incluso la propia experiencia de cada quien. Y aquí quiero defender la empatía emocional que destila: puede verse a edad provecta como algo ajeno, claro, casi como se vería un documental de La 2, tan lejana nos queda ya a muchos esos años postadolescentes; pero propongo recibirla con implicación, su peripecia afectiva me parece transversal e intergeneracional, quién no se acuerda?
Venga, atrévanse, si les viene a mano, vean esta buena película: no es necesario tener síndrome de Peterpán...
Esta es una de esas veces en las que el guión tiene clarísimo qué desea contar, la dirección prescinde de toda distracción para centrarse en la parénquima emocional de sus protagonistas; y estos defienden sus personajes con talento, aguantando larguísimos planos con solvencia y naturalidad, que también encontramos en las sensuales escenas que comparten.
La película deja caer sus historias ofreciendo al espectador la oportunidad para completarlas según lo que nos sugiera cada protagonista; incluso la propia experiencia de cada quien. Y aquí quiero defender la empatía emocional que destila: puede verse a edad provecta como algo ajeno, claro, casi como se vería un documental de La 2, tan lejana nos queda ya a muchos esos años postadolescentes; pero propongo recibirla con implicación, su peripecia afectiva me parece transversal e intergeneracional, quién no se acuerda?
Venga, atrévanse, si les viene a mano, vean esta buena película: no es necesario tener síndrome de Peterpán...