Han pasado ya años desde que la situación política en Sudáfrica se normalizó, pero no es malo revisar o descubrir viejos errores del hombre blanco, que en este país, fueron especialmente crueles y nos llenan de verguenza. Por este motivo, la película se ve más como un documental y saca más partido de contar lo que pasaba allí, la crueldad a la que fueron sometidos los hombres de color, que a narrar la historia de amistad entre un hombre negro, todo un lider, y un hombre blanco que le abrió su corazón y que fue capaz de entender lo que ocurría hasta el punto de llegar a ser uno más de ellos, uno más de los hombres sometidos por el sistema político. Aunque larga, la película no se hace nada pasada, y Kevin Kline está convincente.