La historia está tan deformada que podría ser la de otra persona. Ni aparecen los árabes que la secuestraron, ni las torturas a las que fue sometida son las que se muestran, ni el italiano es como se describe, ni a su señora le pasa lo que aquí cuentan. Ni el nombre de la niña es el mismo. Y eso que solo he visto la primera parte. Vaya colección de trolas.

Un tres porque me animó a descubrir en internet quién fue la verdadera Bakhita.

Claro, que el amigo Giacomo ya ha descubierto el filón del cine religioso mediocre. Todavía habrá ganado dinero con esto. No hay muchos interesados en Bakhita, pero los hay. Y como esta es la única película del mercado, pues a tragar con lo que Campiotti cocina y adereza a su gusto.

Gusto dudoso por cierto.