Era una noche de hace bastantes años. Una madrugada cualquiera, haciendo zapping y posiblemente en un estado lamentable, fui a parar sobre la mitad de esta película. Ojos como platos al ver lo que se cocía en ella. Fernando Fernán Gómez enseñando a un tipo vestido de oso (luego comprobé que realmente era un oso) a tomar té con pastas. Mi atención, lógicamente se centro en Tve2 y en ese demencial argumento.

Cuando con júbilo comprobé que el oso hablaba, me llevé las manos a la cabeza y alborozado vi unos cuantos minutos más de miticidad pura y dura.

Hace unas semanas revisioné el film y comprobé que tenía mucha más miga (por el principio y quién es el oso), una carga emocional innecesaria para disfrutar de ella y sobre todo, un ritmo infernal. Pero qué más da. Esa madrugada la recuerdo como de las mejores de mi vida, y por supuesto me acompañaba el bueno de Feroz.