Y es que uno la acaba por aquello de terminar lo empezado y cumplir con darle los veinte 'minuticos' más de prueba, pero no hay nada qué hacer cuando una telenovela es acortada a 98 minutos.

De esta manera, la cinta de Chris Hool tiene todos los tópicos de cualquier melodrama vespertino: una buena muy buena (súmele los tintes de belleza, humildad y casi precariedad), unas malas muy malas (ejecutivas entaconadas), un guapo muy guapo (el hijo del millonario) y una pareja protagónica que ya se ama al segundo de conocerse.

Aunque Sandra Echeverría haga su mejor esfuerzo para que las cosas salgan bien, la cinta no termina de enganchar y mucho menos entretener, más aún cuando los conflictos propuestos resultan tan facilones y el argumento principal no termina de cuajar. Falla porque aquí no llegamos a transitar por la corriente propia de una comedia romántica, ni tampoco nos logran otorgar una historia dulce y sensiblera que haga disfrutar de su visionado, sino que acaba por convertirse en un producto híbrido que, efectivamente, se cambia a una ruta muy equivocada.

"Cambio de ruta" se podría calificar entonces como un ejercicio bastante desafortunado que carece del encanto y humor suficiente para dejarse ver. Como su gran excusa tendrá mostrar fascinantes paisajes de Quintana Roo, pero por lo demás su contenido es tan frívolo y plano que seguramente cualquier productor de telenovelas sí sabría qué hacer con ella.

LO MEJOR: Los paisajes de una magnífica Riviera Maya.

LO PEOR: Hay que ver el "efecto" en la escena del mar en la noche.