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Voto de Kasanovic:
6
7,2
667
Documental La National Gallery de Londres, uno de los mayores museos del mundo, alberga 2.400 pinturas que abarcan desde el siglo XIII hasta fines del XIX. Casi todas las experiencias humanas se encuentran representadas en esas pinturas. En distintas galerías, se muestran al público los programas educativos y a los estudiantes, científicos y restauradores estudiando, restaurando y organizando las exposiciones de la pinacoteca londinense. También ... [+]
14 de marzo de 2015
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los obligados destinos turísticos a nivel europeo es la Trafalgar Square de Londres, una archiconocida plaza donde se juntan varios de los reclamos históricos y arquitectónicos más importantes de la capital británica, pero por encima de todos ellos destaca un centro artístico; hablamos de la National Gallery, museo que pertenece al Estado británico y en el que se exhiben más de dos mil pinturas europeas, entre las que se encuentran varios trabajos de los más reputados hombres de esta disciplina, como Velázquez, Rembrandt, Van Gogh o Da Vinci. Esta apuesta por la calidad es la principal seña de distinción de este centro de arte frente a otras alternativas, más aún cuando su futuro a largo plazo se presume al menos tan enriquecedor como su presente.

La razón de comentar todo esto en una página de cine es que el aclamado cineasta Frederick Wiseman ha realizado un documental sobre el mencionado museo con título idéntico al del centro: National Gallery. Y desde luego no es una obra de poco calado, ya que Wiseman dedica 180 minutos destinados a enseñar todo lo que da de sí la National Gallery; de puertas para fuera, tenemos las visitas guiadas para gente de todas las edades, talleres de pintura con modelos reales, danza improvisada; y de puertas para adentro, vemos como los mandamases del museo planifican la estrategia para captar visitantes, recabar fondos, estructurar la plantilla y, sobre todo, tenemos la oportunidad de conocer cómo los trabajadores llevan a cabo los procesos de restauración de aquellas obras que lo necesitan.

El estilo de Wiseman para narrar todo ello es tan básico como efectivo: colocar la cámara en el lugar de los hechos y dejar que fluya la acción. No se llega a escuchar la voz del entrevistador y tampoco se abusa de otros recursos como la superposición de imágenes con una melodía alegre. No, el director tiene claro que su obra debe de tener un ritmo tan pausado como natural, pretende que el espectador se sienta como si estuviera visitando el museo en persona. Y la misma actitud mantiene con la gente que desfila por delante de la pantalla, ya que apenas muestran atención a que alrededor de ellos hay alguien con una cámara grabando todo lo que sucede. Este estilo encaja totalmente con la filosofía del realizador, que ya en su primer documental, el polémico Titicut Follies, sorprendía por la capacidad que tenía para aparentar ser invisible y de ese modo recopilar la acción como si transcurriese cualquier otro día sin cámaras delante.

A bote pronto, tres horas parece un metraje demasiado extenso para un tema que en principio tampoco merecería tal extensión, dejando de lado la evidente importancia de la National Gallery en el contexto artístico internacional. Y en verdad, al final del documental uno tiene la sensación de que el montaje final se podría haber condensado en poco más de dos horas. Pero didácticamente es un film muy enriquecedor, especialmente para aquellos enamorados de la historia del arte y la restauración de obras pictóricas que tendrán aquí una ocasión inmejorable para deleitarse explorando las entrañas de uno de los museos más importantes del mundo occidental.

Evidentemente, no es un documental que pueda gustar todo el mundo. Aquellos que sólo tengan interés en conocer el museo como lo haría cualquier visitante, emplearán mejor su tiempo si esperan a acudir algún día a la capital londinense, ya que National Gallery tampoco permite excesivos deleites respecto a la contemplación de cuadros. Lo verdaderamente interesante de este documental es explorar lo que está al otro lado de lo visible, descubrir que cuando entramos en un museo y contemplamos las obras que allí se exhiben no somos conscientes de todo el trabajo que se ha tenido que emplear para que pudiéramos efectuar esa visita. Y si, además, Wiseman nos permite hacerlo de una manera directa y sin las típicas intromisiones que suelen conllevar este tipo de obras de no ficción (fundamentalmente por la acción del entrevistador), no se puede sino concluir que National Gallery es una obra destinada al regocijo de los apasionados por el tercer arte, a quienes pretendan dedicarse a la tarea de restauración y, por qué no, a cualquiera que tenga un mínimo de curiosidad por empaparse sobre todo lo que un centro de arte puede ofrecer.


Álvaro Casanova - @Alvcasanova
Crítica para www.cinemaldito.com (@CineMaldito)
Kasanovic
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