La técnica de animación, simple pero fresca a la vez, mola.

También mola la voz en off.

La cuasi perfecta coordinación de música, sonido e imagen tiene su aquel, además.

Pero lo que veo aquí es un corto que empieza con una genialidad y desde tan alto punto de partida va en dirección a ninguna parte. A ninguna parte o en desesperado vuelo hasta más allá de las fronteras de lo convencional.

Puedo comprender, más o menos, a la gente a la que le flipen los desbarres visuales y narrativos de Hertzfeldt. Cabe en mi mente que a algunos pueda agradar la paja mental, de intensidad creciente y sentido mengüante, del autor independiente.

Pero a mí, más allá de la curiosidad en sí misma y del trabajo apreciable tras la aparente simpleza, poco hay que me agrade dentro de esta visión experimental del absurdo más desmadrado.