Este episodio de Poirot, ambientado en el mismo Londres, es uno de los más triviales en el cual Poirot descubre el criminal con su sabia intuición, y con la ayuda de sus famosas y pequeñas células grises. En esta ocasión el inspector jefe Japp, también aparece en escena. Posiblemente este caso es uno de los menos elaborados y sencillos, ya que el misterio queda desvelado de manera chapuceara y sin la brillantez que nos tiene acostumbrarlos, cosa muy insólita en los capítulos del famoso detective.
Por descontado que esta casi al mismo digno nivel, de todos los episodios de esta buenísima serie de casos del genial detective. En general es una buena serie, incluso más que notable en muchos aspectos.
Por ejemplo: La ambientación impecable en los exteriores e interiores, los decorados, el vestuario, la elegancia y la educación típicamente británica que desprenden todos los personajes.
Resumiendo: Perfecta para una tarde o noche para disfrutarla sin prisas, un 6.