Jordan se vuelve a mostrar personal con una especie de cuento actualizado en el que un "niño" quiere encontrar a su madre. En realidad se trata de una búsquda de alguien dentro de sí mismo, una maduración de un ser que es tan frágil como los pajarillos que aparecen (incluso nos hablan) a lo largo de la película y sobrevive siendo diferente en un mundo adverso.
Cillian Murphy está excepcional, siempre comedido y en el punto justo sin caer en histrionismos, dibujando con total acierto un personaje que vive en un mundo de fantasía que se crea para aislarse de las heridas que le infringe la vida, y que a menudo se acerca al borde del abismo.

Es una obra con momentos cómicos, mucha ternura y cercana al desgarro algunas veces, pero equilibrada y que demuestra que el cine aún puede discurrir por otros caminos.