En un vasto y atemporal recorrido vemos como se utilizan las vidas de los jóvenes para guerras absurdas y sin sentido, la manipulación de las masas creando farsas a partir de una simple anécdota para así recaudar fondos y continuar financiando el conflicto, el olvido de los héroes que quedan relegados cuando no son necesarios, e incluso el racismo, personalizado en el rechazo hacia el soldado indio.
Las secuencias bélicas están realizadas con maestría y pericia, teñidas siempre de tonos grisáceos donde sólo destacan los fuegos en los combates, alternos con los momentos de la gira y finalizando la obra en un tono intimista (que tanto domina este director en su úiltima etapa) con escenas emotivas y muy bellamente filmadas en las que quizás a veces sobre la voz en off, pues con la imagen sería suficiente.
En su madurez física se aprecia que Eastwood ha llegado también a la creativa, dominando el medio de una manera total y dando profundidad a la historia, supliendo los momentos del guión de más simpleza con una técnica narrativa sublime.
Resulta además oportuno contar al mundo a estas alturas que junto a las heridas físicas que muchas veces causan la muerte al soldado, hay otras que permanecen y son las heridas del alma.
spoiler:
Al final, a la manera de un album de recuerdos, en los títulos de crédito aparecen una serie de fotografías como auténtico homenaje a los que murieron.