Cabaret es Bob Fosse en plenitud: montaje brioso, números carnales encuadrando pies que giran y cuerpos que se retuercen, diálogos chispeantes y actores entregados.

Se engarzan las situaciones fuera del Cabaret y dentro de forma magistral, pues todo tiene relación, así los números musicales son una consecuencia, reflejo o enlace con lo que ocurre en el exterior.

Las canciones resultan contagiosas, la planificación saca energía de todas partes, con un texto atractivo, crítico y pleno de mordacidad y cinismo, que alcanzan su mejor expresión en un inigualable Joel Grey. Éste estaba ya en la función teatral original con Jill Haworth en el papel de Sally (en el estreno en Londres lo hizo Judi Dench), aquí Liza Minnelli la interpreta de forma tan vital y espontánea que nos arrastra de principio a fin, conmoviendo o haciéndonos reir sin esfuerzo alguno.