Aún recuerdo cuando a principios de siglo cuando se estreno la original, lleno de entusiasmo, me dispuse a visionarla, con la luz apagada recostado en mi antiguo sofá. Me lleve una grata sorpresa, me sorprendió, y algún que otro momento me acojonó con sustos incluidos, pero lo mejor de todo, es que era un terror inteligente. Además consiguió que dos nuevos monstruos se unieran a los clásicos de toda la vida, el primero es la madre y su portentosa melena asesina morena y el otro el chiquillo con su inconfundible cla-cla-cla bañado en polvos de talco. El tiempo ha pasado, las secuelas se han producido, no en masa, pero sí una tras otra, la segunda parte aún estuvo bien, pero aquello fue el comienzo de una caída sin paracaídas, entre secuelas, reposiciones y spin-off han intentado acercarnos más y más al trasfondo de una historia que no tiene mucho ya más que dar, excepto el de ir dando tumbos y este film es eso, un bandazo a punto de resbalar, ya que no ofrece nada interesante, no asusta nada, su desarrollo es pésimo, previsible, con actuaciones aburridas y por supuesto el niño de los polvos de talco parece un mimo y la mujer de las greñas se acerca a la bruja avería. Siempre queda la esperanza de qué podría haber sido peor.