Película, como tal, no lo es, y sino fuera por los 240 minutos de sus dos partes precedentes, sería vergonzoso haber pagado 9 euros para verla en una pantalla de cine, incluso pediría la devolución de la entrada. Yo he tenido la suerte de verla en casa de un amigo, cine season, y me ha costado 0 euros, por eso soy generoso.

Pesada, alejada de la grandiosidad y frescura de la original, con personajes oscuros, no por el personaje, sino por lo decadentes que se han vuelto, repetitivos y que caminan sobre el celuloide, al son de la eterna, eternidad, el ocho acostado, y una y otra vez, vuelta y re-vuelta, lo mismo, la repetición, el exceso de metraje para denotar grandiosidad, cuando sólo da arcadas por la repetitiva pesadilla que uno debe vivir durante 120 minutos.

¿Recomendable? Pues no. Tajante. Simple. ¿De obligado visionado? Pues sí, si estás enganchado a los Juegos del Hambre, no es que te vayas a perder mucho, pero, un par de cosas merecen la atención.

Esta vez, toda la acción, emoción y dramatismo, se ha perdido, por ello el Sinsajo, arde, ante el continuo aburrimiento, en un aletear sin parar de abrir y cerrar de boca, mientras la copa de vino se desliza, bajo un apetecible aroma, hacía los secos labios de una dulce tarde de amistad, en mi caso, en otros será bajo el continuo picor y malestar de una butaca de cine, rodeado de grandes bostezos y risas de complicidad de parejas ajenas al film casi desde su comienzo.

Esperemos que la segunda parte, condense toda la acción y dramatismo, que no ha habido en esta primera.